Los bancos debaten el futuro de la segunda constructora alemana

El futuro de Philipp Holzmann, la segunda constructora de Alemania, estaba anoche en manos de los bancos acreedores que se reunieron en Francfort para decidir si dan al consorcio una oportunidad de sanearse, con una inyección de unos 3.000 millones de marcos, unos 252.000 millones de pesetas.

La otra alternativa es dejar a la empresa a la bancarrota. El Deutsche Bank, el principal accionista y acreedor de Philipp Holzmann, es el principal defensor de una estrategia de saneamiento. El banco ha desmentido la información publicada por el semanario Der"Spiegel, según el cual el Deutsche Ban...

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El futuro de Philipp Holzmann, la segunda constructora de Alemania, estaba anoche en manos de los bancos acreedores que se reunieron en Francfort para decidir si dan al consorcio una oportunidad de sanearse, con una inyección de unos 3.000 millones de marcos, unos 252.000 millones de pesetas.

La otra alternativa es dejar a la empresa a la bancarrota. El Deutsche Bank, el principal accionista y acreedor de Philipp Holzmann, es el principal defensor de una estrategia de saneamiento. El banco ha desmentido la información publicada por el semanario Der"Spiegel, según el cual el Deutsche Bank conocía desde hace tiempo la magnitud de la crisis de la constructora, pero mantuvo silencio sobre ella.El Deutsche Bank está vinculado a desde hace más de 80 años a Philipp Holzmann, que tiene un agujero de 2.400 millones de marcos, 194.000 millones de pesetas. El total de 6.300 millones de marcos de créditos concedidos a la empresa, el Deutsche Bank tiene 1.832 millones de marcos, lo que equivale a un 30% del total. Al parecer, el banco no está dispuesto a asumir una proporción semejante en un eventual paquete financiero de salvamento.

La bancarrota pondría en peligro los 28.000 puestos de trabajo de la plantilla y podría afectar a los 40.000 más entre los proveedores. Los trabajadores de Philipp Holzmann, que se reunieron durante el fin de semana, han anunciado que están dispuestos a rebajar su sueldo en un 6% y a aumentar el número de horas de trabajo de 39 a 43 horas durante un año y medio con el fin de salvar a la empresa, que fue fundada en 1849.

Si la quiebra se evita, la plantilla se reducirá de todas formas en el marco de un plan de saneamiento que por lo menos costará 3.000 puestos de trabajo. La empresa es el primer accionista de la empresa española Jotsa, antes de la familia García Obregón.

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