Chimeneas volantes

,El volumen de dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera de la Tierra ha crecido en más de un 30% desde la Revolución Industrial. La humanidad confía alrededor del 75% de sus necesidades energéticas a la quema de combustibles fósiles, aunque este porcentaje se eleva hasta el 90 % en el caso de los países industrializados. En total, estas prácticas originan el vertido anual a la atmósfera de cerca de 25.000 millones de toneladas de CO2, el principal gas implicado en el calentamiento global del planeta y, por consiguiente, en el temido cambio climático.En España, y ante la ausencia de da...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

,El volumen de dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera de la Tierra ha crecido en más de un 30% desde la Revolución Industrial. La humanidad confía alrededor del 75% de sus necesidades energéticas a la quema de combustibles fósiles, aunque este porcentaje se eleva hasta el 90 % en el caso de los países industrializados. En total, estas prácticas originan el vertido anual a la atmósfera de cerca de 25.000 millones de toneladas de CO2, el principal gas implicado en el calentamiento global del planeta y, por consiguiente, en el temido cambio climático.En España, y ante la ausencia de datos oficiales, Juan Carlos Rodríguez, responsable del área de cambio climático de Ecologistas en Acción, e investigador titular del Centro de Ciencias Medioambientales del CSIC, ha realizado algunos cálculos a propósito de los vertidos que se efectúan de este gas. A su juicio, y en contra de las recomendaciones dictadas por la comunidad científica y los compromisos adquiridos por la Unión Europea, España se ha situado entre los 20 países que más dióxido de carbono emiten en todo el mundo. Si en 1990 se arrojaban a la atmósfera unos 216 millones de toneladas de CO2, el año pasado se alcanzaron los 266 millones, lo que equivale a admitir, explica, "que las emisiones per cápita en nuestro país superan en más de un 50 % la media mundial, que a su vez está muy por encima de los niveles de seguridad necesarios para evitar las peores consecuencias del cambio climático".

A escala regional los cálculos son aún más complicados, pero según el último informe de la Consejería de Medio Ambiente, que incluye datos correspondientes al periodo 1995-96, las emisiones totales de dióxido de carbono en la comunidad autónoma se acercan a los 27 millones de toneladas/año. Las provincias de Cádiz y Almería acaparan casi el 50 % de estos vertidos debido a la presencia de centrales térmicas de gran tamaño, mientras que Granada, la que menos aporta al balance global, no llega ni tan siquiera al 5 %.

Aunque los esfuerzos por reducir las emisiones de este gas se han centrado en sectores como el de la producción de energía o el de los transportes terrestres, los científicos alertan ahora sobre el crecimiento que están experimentando los vertidos procedentes del tráfico aéreo. Si bien en la actualidad las emisiones de CO2 originadas por los aviones (algo más de 1.000 millones de toneladas/año en todo el mundo) apenas representan el 5 % del total, éste es el sector que más rápidamente crece. En el año 2015, el volumen de dióxido de carbono que origina se habrá incrementado en un 300% con respecto a los niveles de 1990, una cifra intolerable para cualquier otra actividad.

Estos y otros datos similares se pusieron de manifiesto durante el pasado fin de semana, cuando más de un centenar de colectivos ciudadanos, repartidos en varios países de Europa, Estados Unidos y Canadá, organizaron diversas actividades para llamar la atención sobre los problemas ambientales que está originando el aumento del tráfico de aeronaves. En nuestro país, la campaña estuvo coordinada por la asociación Amigos de la Tierra, que la desarrolló bajo el lema "El cielo tiene un límite".

Entre otras medidas se reclamó la prohibición de los vuelos nocturnos durante ocho horas (de 23.00 a 70.00), el sometimiento del transporte aéreo a evaluaciones de impacto ambiental, el establecimiento de límites más estrictos para las emisiones tanto de ruidos como de contaminantes y la adopción de precios justos en las operaciones de las compañías aéreas. En opinión de Amigos de la Tierra, "en el precio de un billete de avión no se prevén los costes ambientales, no hay ningún impuesto que grave el consumo de queroseno y a las empresas del sector se les subvenciona en la mayoría de los países europeos". En estas circunstancias, concluyen, "es difícil controlar el desarrollo de esta actividad y reducir sus repercusiones en el medio ambiente".

Aunque la preocupación se centre en los vertidos de dióxido de carbono, los aviones arrojan otros muchos compuestos a la atmósfera, Curiosamente, y a medio plazo, lo que más preocupa a los científicos son las características estelas, formadas por cristales de hielo, que dibujan las aeronaves en las capas altas de la atmósfera, aparentemente inocuas pero que pueden originar mayores alteraciones en el clima que los propios vertidos de CO2. En algunas zonas de Europa y Estados Unidos, donde se concentran un gran número de estelas debido al intenso tráfico aéreo, se han registrado incrementos locales de la temperatura atmosférica, fenómeno que podría agravarse en los próximos años.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Motores y combustibles

Tratando de corregir algunos de los problemas ambientales que el aumento del transporte aéreo causa en la atmósfera terrestre, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) solicitó asesoramiento científico al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). El dictamen de este organismo, dependiente de Naciones Unidas, se hizo público en junio de este año y sirvió para corroborar lo que otras instituciones científicas ya habían señalado: frenar el impacto ambiental de los aviones no es fácil.En la actualidad, las aeronaves son un 70 % más eficientes en el uso del combustible por pasajero y kilómetro recorrido que hace 40 años. Es posible que en este aspecto se puedan conseguir aún mejoras adicionales de un 20% para el año 2015 y entre un 40% y un 50% para el 2050 pero, aún así, el problema de los gases contaminantes no se habrá resuelto de forma aceptable y las estelas de condensación, por ejemplo, seguirán creciendo y afectando a la temperatura de la atmósfera.

En definitiva, el informe señala: "Las mejoras en la tecnología de los aviones, motores y combustibles, así como una mayor eficiencia en los sistemas de tránsito aéreo, aportarían evidentes beneficios ambientales pero no compensarían totalmente los efectos de las mayores emisiones contaminantes resultantes del previsto crecimiento en el transporte aéreo". Por tanto, sería necesario complementar estas medidas con otras de tipo económico, como reclaman los ecologistas, entre las que se citan la aplicación de impuestos ecológicos específicos para esta actividad o la eliminación de aquellos subsidios e incentivos que actualmente reciben algunas compañías aéreas.

Archivado En