González emplaza a la izquierda a defender un Estado que garantice los intereses generales

Sin dogmatismos y con talante abierto, la izquierda tiene que dar respuestas a los problemas de la globalización, tanto económica, social y de comunicación, ante el riesgo de que el mercado lo invada todo y las sociedades del nuevo siglo se conviertan en "democracias de mercado". El ex presidente del Gobierno Felipe González alertó ayer en el Club Siglo XXI sobre lo que llama el "achicamiento de la política" que aprisiona el papel del Estado y pone en cuestión la garantía de derechos universales. González aclaró que no pretende la implantación de un Estado omnipresente.

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Sin dogmatismos y con talante abierto, la izquierda tiene que dar respuestas a los problemas de la globalización, tanto económica, social y de comunicación, ante el riesgo de que el mercado lo invada todo y las sociedades del nuevo siglo se conviertan en "democracias de mercado". El ex presidente del Gobierno Felipe González alertó ayer en el Club Siglo XXI sobre lo que llama el "achicamiento de la política" que aprisiona el papel del Estado y pone en cuestión la garantía de derechos universales. González aclaró que no pretende la implantación de un Estado omnipresente.

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El ex presidente Felipe González abrió el nuevo ciclo de conferencias del Club Siglo XXI disertando sobre los problemas de la globalización, asunto en el que lleva trabajando más de tres años desde que la Internacional Socialista le encargara la puesta en marcha de una plataforma de ideas y reflexiones para la socialdemocracia. Su sucesor al frente de la secretaría general del partido socialista, Joaquín Almunia, que actuó como presentador del conferenciante, hizo grandes elogios de la figura del ex jefe del Ejecutivo y destacó "su entusiasmo contagioso".Después de glosar "el respeto intelectual y político" que Felipe González tiene en todo el mundo, echó en falta que "los actuales gobernantes" no le requieran para que les traslade opiniones y conocimientos. "Es algo muy triste", proclamó.

Además del calor de la palabra de Almunia, el ex secretario general del PSOE contó con la presencia masiva de sus compañeros de partido. Los actuales miembros de la ejecutiva, la dirección del grupo parlamentario, sus portavoces Juan Alberto Belloch, Luis Martínez Noval, María Teresa Fernández de la Vega y Juan José Laborda, así como numerosos diputados y senadores, ex ministros, como Carlos Solchaga, Rosa Conde, Claudio Aranzadi, José María Maravall, Javier Moscoso, carlos Romero, fueron algunos de los presentes, así como el presidente de la comunidad autónoma de Aragón, Marcelino Iglesias, y militares de alta graduación como el general José Antonio Sáenz de Santamaría, ex director general de la Guardia Civil.

También acudieron el secretario general de Nueva Izquierda, Diego López Garrido, y el inspirador de esta fuerza política segregada de IU, Nicolás Sartorius.

González advirtió de que no iba a hacer referencia a asuntos de actualidad ya que para eso quedaba el coloquio, que comenzó inmediatamente después de la conferencia. Su pasión en estos momentos es el análisis de los fenómenos actuales de globalización, no en vano el título de su conferencia Progreso global. Un cambio de era, que tiene sus ventajas pero que "está creando desigualdades lacerantes".

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La caída del muro

El ex presidente considera que estamos ante una nueva era que empezó en 1989 con la caída del muro de Berlín. Ahí se cerraron las puertas de la certidumbre, aunque enseguida precisó que no tiene nostalgia por ese tipo de certezas en las que todo era o blanco o negro.

Pero la liquidación del comunismo ha dado lugar a cierta confusión entre democracias y mercado, de lo que se están aprovechando los neoliberales y los defensores del pensamiento único. El problema está en que "la izquierda todavía no ha dado respuestas alternativas suficientes".

El ex presidente Felipe González sólo dio unas pinceladas de posibles respuestas, porque en lo que de verdad se detuvo fue en el diagnóstico de la situación que observa. "Se está produciendo un achicamiento de la política, se aprisiona lo público, de manera que nadie garantiza los derechos universales de los ciudadanos". El conferenciante reconoció que todavía se proclaman como tales el acceso de los ciudadanos, por ejemplo, a la sanidad y a la educación; "¿pero quién los garantiza?".

Su conclusión es la de que se está empezando a poner más que en duda que sea el Estado el garante de esos derechos. "No quiero un Estado intervencionista, lleno de grasa, pero sí un Estado que garantice los intereses generales".

El ex presidente del Gobierno tambíén abogó por recuperar el papel de la política frente a la economía, "una asignatura que no cubrirá la derecha" y advirtió sobre la necesidad de plantear el análisis no tanto en cómo se realiza la redistribución de la riqueza sino en la economía informacional y en el control de las nuevas tecnologías.

Señaló que si hasta ahora se consideraba el conocimiento como la materia prima del siglo XXI, en el nuevo milenio la verdadera materia prima será la creatividad.

El primer invitado de este ciclo de conferencias del Club Siglo XXI en su recuento de problemas no dudó en señalar que los conflictos actuales tienen origen regional, por lo que parecería adecuado que se extremaran los cuidados para que no se produzca "un vaciamiento de Naciones Unidas en función de otros pactos regionales sin que haya un garante mundial de prevención de la paz".

Guerra contra la pobreza

Aunque no se considera "milenarista", sí cree que la sociedad futura con todas sus ventajas de avance tecnológico puede traer inconvenientes y paradojas sin fin.

Por ejemplo, va a existir libertad sin límites de capitales de producto y "ante esto sólo el hombre no tendrá libertad para moverse". A modo de sugerencia, consideró que el mundo en su conjunto debiera emprender "una guerra contra la pobreza" e incluye en este concepto a todos aquellos que carecen de educación.

Para algunos de los invitados, el discurso del ex secretario general del PSOE, aunque pragmático, se movió dentro de los cánones de la socialdemocracia, a cuyos miembros el conferenciante se refería como los de su "tribu".

El ex líder del PSOE hizo un llamamiento a la izquierda para que no confunda "objetivos con instrumentos". "Tenemos que ser flexibles y desprendernos de atavismos", aunque apostilló que en esta línea de "flexibilidad" a él no se le podría reprochar nada, ya que nunca se opuso a las privatizaciones.

Eso sí, recordó que la propuesta socialdemócrata debe seguir teniendo como aspiraciones "la libertad, la justicia y la solidaridad".

"Me fui porque era un estorbo para serenar la sociedad"

Un buen número de las preguntas que formularon los asistentes a la cena-coloquio en el Club Siglo XXI tenían como objetivo que el ex presidente Felipe González dijera si tiene intención de volver a la política de primera línea y si está contento con lo que hace ahora.En los tres últimos minutos de este acto, González hizo una confesión en parte novedosa: "No tengo ninguna intención de volver. Lo que siempre me comprometió en política fue el afecto de la gente y nunca quise producir rechazo, pero lo cierto es que la polarización de la política hizo que me rechazara un 33% de los ciudadanos de una manera tan apasionada en el rechazo como los que me tenían afecto, por lo que sentí que era un estorbo para serenar esta sociedad que había tenido ya 200 años de cainismo".

Se hizo un silencio y González remató: "Yo no tenía el compromiso del intelectual, distanciado, sino que me comprometí a hacer lo que pensaba que era bueno para los ciudadanos pero estos cafres no me dejaron".

Previamente, y al hilo de la petición de los numerosos asistentes de que volviese por un momento a la posición de presidente del Gobierno y diera respuestas sobre lo que haría si estuviera al frente del Ejecutivo, por ejemplo en el proceso de paz en el País Vasco, González arremetió contra sus adversarios políticos.

Se escapó como pudo pero sí señaló que el Gobierno tiene una oportunidad inmejorable de conducirlo con acierto porque "tiene al PSOE como primer partido de la oposición que sabe que con esas cosas no se juega".

"El Gobierno del Partido Popular tiene la ventaja de que la oposición no son ellos, porque si nosotros estuviéramos en el Gobierno la oposición que haría no permitiría avanzar el proceso de paz; lo impedirían", argumentó el ex secretario general de los socialistas.

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