160 padres de clase media internan a hijos suyos en centros de menores

El perfil del niño internado en los centros de protecciónde menores de Madrid, coincidente hasta ahora con el de un chaval de familia empobrecida o marginada (de padres toxicómanos, chabolistas o reclusos), está cambiando.

Los responsables del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) constatan, desde hace unos tres años, que cada vez son más las familias de clase media, de las consideradas "normalizadas", que ingresan voluntariamente a sus hijos adolescentes en estos centros para menores desamparados porque la convivencia con ellos se ha deteriorado tanto que, desesperados, los...

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El perfil del niño internado en los centros de protecciónde menores de Madrid, coincidente hasta ahora con el de un chaval de familia empobrecida o marginada (de padres toxicómanos, chabolistas o reclusos), está cambiando.

Los responsables del Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) constatan, desde hace unos tres años, que cada vez son más las familias de clase media, de las consideradas "normalizadas", que ingresan voluntariamente a sus hijos adolescentes en estos centros para menores desamparados porque la convivencia con ellos se ha deteriorado tanto que, desesperados, los progenitores no saben qué hacer.

Según la directora del IMMF, Esperanza García, un 20% de los 800 adolescentes entre los 12 y los 18 años que viven atendidos por empleados autonómicos en pisos y residencias del Gobierno regional responden a este nuevo perfil. Unos 160 padres han internado a sus hijos en busca de soluciones a sus problemas de convivencia.

García, que trabaja desde hace más de dos décadas en la red pública regional de protección del menor, asegura que nunca hasta ahora se había dado este fenómeno con la intensidad actual. De hecho, a mediados de 1998, el IMMF puso en marcha un programa de mediación familiar con adolescentes para intentar restablecer la convivencia evitando el internamiento del chaval. Por él han pasado, en lo que va de año, 200 chicos y sus progenitores.

"Normalmente, son los padres los que nos traen al muchacho quejándose de que no hacen carrera con él y pidiéndonos que le metamos en uno de nuestros centros", explica García.

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El chaval sólo queda internado en el centro como último recurso. Allí permanece en régimen de guarda, siendo sus padres los que mantienen la tutela sobre él, algo que no sucede con los chicos desamparados, que son tutelados directamente por las instituciones.¿Se puede pedir alguna responsabilidad a los padres que llevan a su hijo a una institución para que se ocupe de él? García explica que el Código Civil recoge la figura del auxilio judicial, que es la ayuda que pueden solicitar los padres que se sienten impotentes ante sus hijos. "Pero es que, además, nuestra misión no es culpabilizar a nadie, sino intentar resolver problemas serios como éstos", asegura.

El defensor del Menor evita también culpabilizar: "Lo que nos llegan no son padres que quieren quitarse de encima sus responsabilidades, sino personas desesperadas que viven una situación angustiosa y que han llegado al límite de su aguante".

Una parte de estos chavales son niños adoptados o acogidos por familias que no son la suya. "El 10% de las adopciones y acogimientos fracasan y ese fracaso suele darse en la adolescencia, que es una época de mayor rebeldía", asegura García.

La Comunidad protege ahora a 5.000 menores desamparados. De ellos, 2.000 viven en residencias y pisos tutelados y el resto acogidos por parientes (abuelos) o por otras familias.

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