Los equipos de salvamento logran rescatar a dos niños con vida tres días después del seísmo

Tres días después del devastador terremoto del martes, el número de muertos en Taiwan ha dejado de crecer cada hora; se mantiene en torno a los 2.106. El de atrapados bajo los escombros se ha reducido de 3.000 a 420, según los últimos datos oficiales. Unas cifras exageradas y el éxito de los equipos de rescate explican el milagro."Cada segundo, cada minuto, es crítico", exclamó anoche el vicealcalde de Taipei, Ou Chinder, delante de los restos del edificio Sungshan, un aparthotel bajo el que se cree hay enterradas 80 personas. Ayer, sus ruinas fueron escenario de dos rescates espectaculares: u...

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Tres días después del devastador terremoto del martes, el número de muertos en Taiwan ha dejado de crecer cada hora; se mantiene en torno a los 2.106. El de atrapados bajo los escombros se ha reducido de 3.000 a 420, según los últimos datos oficiales. Unas cifras exageradas y el éxito de los equipos de rescate explican el milagro."Cada segundo, cada minuto, es crítico", exclamó anoche el vicealcalde de Taipei, Ou Chinder, delante de los restos del edificio Sungshan, un aparthotel bajo el que se cree hay enterradas 80 personas. Ayer, sus ruinas fueron escenario de dos rescates espectaculares: un niño de ocho años y una niña de cinco fueron encontrados con vida y trasladados al hospital entre los vítores de los voluntarios y familiares. Llevaban más de 72 horas enterrados. En el norte, en el gran mercado de Puli, los bomberos onubenses, han salvado a 10 personas.

Las réplicas -más de 4.000 desde la madrugada del martes, algunas de ellas superiores a los 6,0 grados en la escala abierta de Richter- complican estas labores. También han agravado la situación en las zonas montañosas de la isla, donde se han producido en las últimas horas peligrosos deslizamientos de tierra y ríos de barro, que pueden haber sepultado al menos a 400 personas, aunque no existe aún confirmación oficial.

Dos montañas han colisionado, enterrando unos 20 edificios, en las aldeas de Meishan e Hiayi, situadas también en el centro de la isla. "Oí una explosión y al día siguiente todo estaba lleno de humo, como si fuese un volcán en erupción", dijo Chien Hong-nou, uno de los vecinos. Un lateral del pantano de Shihgang se hundió y ya no puede retener agua. "Después del 25 de septiembre no podemos asegurar el abastecimiento de agua a la ciudad de Taichung", dijeron fuentes de la compañía que gestiona el pantano.

En Taichung, la mayoría de los edificios colapsados eran rascacielos, entre ellos el modernísimo de Yungchao, cuyas 12 plantas quedaron reducidas a cuatro. Esta zona había experimentado un gran crecimiento inmobiliario en los últimos años. En la localidad de Tali, dos de los cuatro edificios King París, en los que había 178 hogares, se partieron por la mitad. Casi la totalidad de las 21 aldeas del distrito de Taichung han sufrido numerosas víctimas y están casi destruidas. En Taipei se abrieron nuevas grietas en los edificios de oficinas.

El terremoto de magnitud 7,6 en la escala abierta de Richter que sacudió Taiwan en la madrugada del martes derrumbó 5.733 edificios y dañó gravemente otros 4.112, según los últimos datos oficiales.

Las autoridades taiwanesas intensifican los esfuerzos de rescate y transportan víveres y otros suministros a las zonas más afectadas, donde hay unas 200.000 personas que han perdido sus hogares y han sido acomodados en campamentos o parques, al tiempo que otros han preferido pernoctar en sus automóviles. Ayer, el Gobierno de Taipei agradeció las condolencias de China, pero rehusó la aceptación de sus equipos de ayuda: arguyen que éstos ya no son necesarios.

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Mientras que los temblores se suceden, los sismólogos sostienen que todavía pueden producirse movimientos sísmicos de cierta magnitud en las próximas dos semanas. La mitad de los 21 millones de habitantes de Taiwan se han visto afectados, de una u otra forma, por el terremoto del martes, el peor de los registrados hasta ahora en la isla.

La alcaldía de Taipei está abarrotada: personas que van y vienen, pilas de cajas con comida, mantas y equipamientos médicos, prestos a ser enviados por helicóptero a las áreas más devastadas. "Estamos separando la ropa de los varones, de las mujeres y de los niños; la que es de verano, de la de invierno", aseguró Linda Phillips, una voluntaria de la Iglesia baptista. "Lo que más necesitamos son medicinas, plasma, tiendas de campaña y pilas, pues no hay electricidad", dijo. "Es urgente, la gente ya no puede esperar".

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