La diplomacia no es agua destilada

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El arte de la diplomacia, parafraseando a Truman Capote, no es agua destilada. Las conversaciones personales, en los despachos de presidentes y cancilleres o alrededor de una buena mesa -garantizada sea en Madrid o en Santiago- suelen tener sus momentos de intimidad.El presidente de Chile, Eduardo Frei, y su canciller, Gabriel Valdés, sostienen que José María Aznar y Abel Matutes no han jugado limpio, en sus contactos privados, al abordar el caso Pinochet. En las gestiones, con mensajes y sugerencias, también tuvo parte Rodolfo Martín Villa, que, como presidente de Endesa, tiene fuertes intereses en Chile.

Por su parte, Abel Matutes sostiene que desde el encuentro de la cumbre de Río de Janeiro con Valdés siempre fue transparente: no había margen para un arbitraje sobre la base de la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas (artículo 30).

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Es indiscutible, y así lo reconoce Valdés, que Matutes fue claro en Río, a finales de junio, al señalarle, en público y privado, que no veía posible el arbitraje. El 11 de julio, Matutes insistió pero dijo que estaba dispuesto a escuchar propuestas. ¿Pudo pasar algo en la segunda mitad de julio para llevar a Matutes a solicitar apoyo a Joaquín Almunia el 30 de julio a fin de replantear el asunto del arbitraje?

Matutes y su equipo dicen que no. Es cierto que Martín Villa se reunió, a finales de julio, dos veces con Frei y Valdés. Pero según Matutes sólo para transmitir la decisión de consultar, si Almunia apoyaba, al Consejo de Estado. Lo cierto es que para eso no se necesitaba el el respaldo de Almunia.

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