Cartas al director

La Universidad española

El tema de la endogamia en el actual sistema de oposiciones a la Universidad ha sido tratado en diversas ocasiones por la prensa, pero parece que siempre cae en saco roto y que los implicados prefieren no darse por enterados.El profesorado universitario en general manifiesta su disconformidad con el funcionamiento de dicho sistema. Pero, llegado el momento de actuar como miembro de algún tribunal de oposiciones, los hechos no tienen nada que ver con las declaraciones: quedan al margen la objetividad, los criterios científicos y hasta la propia dignidad humana. En esos momentos sólo funcionan l...

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El tema de la endogamia en el actual sistema de oposiciones a la Universidad ha sido tratado en diversas ocasiones por la prensa, pero parece que siempre cae en saco roto y que los implicados prefieren no darse por enterados.El profesorado universitario en general manifiesta su disconformidad con el funcionamiento de dicho sistema. Pero, llegado el momento de actuar como miembro de algún tribunal de oposiciones, los hechos no tienen nada que ver con las declaraciones: quedan al margen la objetividad, los criterios científicos y hasta la propia dignidad humana. En esos momentos sólo funcionan los intereses, los pactos, las promesas, el "hoy por ti, mañana por mí", y, por supuesto, queda patente quién ejerce el poder. Desde fuera de la Universidad, a ésta se la idealiza y, muy acertadamente, se piensa que debería ser la cuna de la ciencia, del saber, de la imparcialidad, del respeto..., un mundo selecto y de élite. Desgraciadamente, la realidad no es ésa, y cuanto más se ahonda en el terreno universitario, más patente queda que es el templo de la corrupción, donde se refugian algunos frustrados que utilizan los recursos a su alcance como si de sus propios recursos se tratara, aunque, eso sí, sin arriesgar nada, ya que son fondos públicos lo que manejan. Afortunadamente quedan personas dignas y verdaderos científicos, aunque son excepciones que confirman la regla, cuando debiera ser todo lo contrario: cualquier manipulación, cualquier clase de corrupción, debería impresionar por ser rara e inconcebible. Desde aquí hago un llamamiento a la comunidad universitaria para que no siga defraudando a la sociedad, que tanto espera de ella. Dejemos a esta institución en el digno lugar que le corresponde.- , Madrid.

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