Reportaje:

Sólo agua de primera

Hace medio siglo que la nutria, ese gracioso mustélido que poblaba los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente y capturaba truchas después del Telediario, no se baña en las riberas alicantinas del río Segura. La comisión Pro-Río de Orihuela exigió la semana pasada a la Confederación Hidrográfica del Segura que paralizara las obras de encauzamiento que se están ejecutando en la cuenca alta del contaminado río. Alegan desde esta plataforma de defensa del cauce que allí, en el término de Moratalla (Murcia), entre el embalse del Cenajo y Cieza, existen algunos de los últimos bosques de ribera...

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Hace medio siglo que la nutria, ese gracioso mustélido que poblaba los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente y capturaba truchas después del Telediario, no se baña en las riberas alicantinas del río Segura. La comisión Pro-Río de Orihuela exigió la semana pasada a la Confederación Hidrográfica del Segura que paralizara las obras de encauzamiento que se están ejecutando en la cuenca alta del contaminado río. Alegan desde esta plataforma de defensa del cauce que allí, en el término de Moratalla (Murcia), entre el embalse del Cenajo y Cieza, existen algunos de los últimos bosques de ribera aptos para acoger al esquivo animal, y que las obras ponen en peligro la pervivencia de la especie. Con su denuncia, la comisión pretende impedir que ocurra aguas arriba lo que ya acontenció en Alicante hace décadas. Según la Consejería de Medio Ambiente, las últimas citas científicas sobre la presencia en tierras alicantinas del mamífero acuático, carnívoro para más señas, datan de la década de los cincuenta. Una acequia de riego fue el último hogar de la nutria. Lógico, si se tiene en cuenta que el Segura, en su curso bajo, es uno de los ríos españoles más contaminados y que el carnívoro conocido por los científicos como Lutra lutra es uno de los animales más sibaritas con la calidad del agua. Por eso, el censo de las llúdrias valencianas se reduce a apenas 20 o 30 ejemplares, confinados a los parajes más recónditos y saludables de los ríos. Juan Jiménez, biólogo de la consejería y experto en conservación de la fauna valenciana, explica que "la población en la Comunidad Valenciana es estable, con una buena presencia en el río Bergantes, donde habita una de las mejores colonias" de la zona mediterránea. La estimación de población es de apenas seis o diez ejemplares en los apenas 62 kilómetros (la mayor parte en suelo de Castellón) del río. "Los animales se mueven muchísimo, entran y salen, nacen y se mueren, y es difícil hacer censos", explica el experto, por lo que los cálculos se basan en marcas, excrementos y, excepcionalmente, avistamientos. La nutria, calificada como "sensible a la alteración de su hábitat" (un escalón por debajo de en peligro de extinción), es un mamífero de cuerpo alargado, patas cortas y cola amplia y muy larga que puede llegar a medir un metro y pesar hasta 20 kilos. Su pelaje es marrón claro con el cuello y la barriga más claro, casi blanco. De sus escepcionales condiciones de nadadoras, además de su cuerpo fusiforme, hablan otras características anatómicas, como las patas palmeadas y unos larguísimos bigotes de gran sensibilidad que le permiten capturar sus presas bajo el agua. Y en la calidad de ésta y en la abundancia de pesca basan su éxito, más que en la presencia o ausencia humana. Mientras el río lleve agua limpia, haya abundante comida y la vegetación les permita anidar a cobijo de miradas indiscretas, las nutrias pueden convivir a escasos metros de núcleos habitados. Aunque con un desfase horario: son nocturnas. En cuanto a su ritmo diario, caza en el agua pero se mueve (con escasa soltura) y hace sus nidos en tierra. Salvo en épocas de cría, lo normal es que muestre un comportamiento errático y anide allí donde le coge el cansancio. Fuera del Bergantes, se encuentran ejemplares, con "una población estable pero en precario", en el río Mijares, entre Teruel y Castellón. "Si quedan poquitos ejemplares, cualquier situación anómala, como una inundación o una enfermedad, puede acabar con la especie", explica Jiménez, "y la población del Mijares está aislada", por lo que no se podría recuperar. En el Palancia, donde hace años se daba por extinguida la especie, se han vuelto a encontrar rastros. Pero se calcula que habrá uno o dos ejemplares. Mejor está en el Alto Turia, entre el Rincón de Ademuz y el embalse de Benagéber, con menos de diez ejemplares. Más abajo del río, casi aislada, hay otra pequeña población en el Guadalaviar, por lo que se piensa que hay intercambio entre ambos reductos. Y en el río Cabriel, última presencia al sur de la Comunidad, sólo se detecta la presencia ocasional de poblaciones manchegas.

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