Tribuna:

Informes con números

"La izquierda abertzale tendrá que aprender a escribir informes con números porque va a tener acceso a fondos y a puestos que no podía imaginar". Estas frases del documento interno de ETA dado a conocer recientemente por EL PAÍS fueron las que más me llamaron la atención. Me acordé inmediatamente de unas palabras de V.S. Naipaul que leí hace mucho tiempo y en las que describía la impresión que le había producido un antiguo guerrillero dedicado ahora a la gestión de los asuntos públicos. Cito de memoria, pero estoy casi seguro de que eran textualmente sus palabras: "Detecté en él una cierta mel...

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"La izquierda abertzale tendrá que aprender a escribir informes con números porque va a tener acceso a fondos y a puestos que no podía imaginar". Estas frases del documento interno de ETA dado a conocer recientemente por EL PAÍS fueron las que más me llamaron la atención. Me acordé inmediatamente de unas palabras de V.S. Naipaul que leí hace mucho tiempo y en las que describía la impresión que le había producido un antiguo guerrillero dedicado ahora a la gestión de los asuntos públicos. Cito de memoria, pero estoy casi seguro de que eran textualmente sus palabras: "Detecté en él una cierta melancolía que ya había visto antes en aquellos que cambian la seguridad de la agitación por las inseguridades del poder".Si se hace realidad el pronóstico del documento, los militantes de EH-ETA (no sé ni creo que nadie sepa muy bien dónde está la línea divisoria), dentro de muy poco van a estar "haciendo números". Y haciéndolos dentro del marco constitucional-estatutario de distribución de competencias. Y con recursos limitados y susceptibles de usos alternativos. Y con el control mediático, parlamentario y judicial. Y con más cosas, como interventores, legislación contractual y de procedimiento administrativo, tribunal de cuentas y un inacabable etcétera.

La izquierda abertzale se va a dar cuenta de la diferencia que hay entre hacer política pegando tiros y hacer política "escribiendo informes con números". Pegando tiros no se llega a ningún sitio, pero parece que no hay obstáculos para llegar a cualquier parte. Escribiendo informes con números se consigue llegar a algunos sitios, pero a través de una carrera de obstáculos agotadora. Y además nunca se llega al sitio al que uno quería inicialmente llegar.

Esta carrera de obstáculos es en lo que consiste la política en una sociedad democrática, que no es más que un sistema armonioso, unas veces más y otras menos, según las circunstancias, de frustraciones mutuas.

Hacer política en democracia es soportar la frustración. Nunca se consigue lo que se quiere. Y, sobre todo, nunca se consigue lo que se quiere en el momento en el que uno lo quiere. Cuando se llega a alcanzar algo parecido a lo que se quiere, ya no se tiene la ilusión que se tenía cuando se quería alcanzar.

Ésta es la forma que tienen las sociedades democráticas de defenderse frente a la "genialidad" de sus gobernantes. Es puro instinto de conservación. El poder político no es un bien deseable, sino un mal necesario. Y como tal debe ser tratado. La salud de una sociedad democrática es directamente proporcional a la frustración de sus gobernantes.

Esto es lo que van a experimentar en sus propias carnes los militantes de EH-ETA que tengan que "escribir los informes con números", así como los que tengan que explicárselos después a los ciudadanos y los que tengan que ejecutarlos, teniendo que tener cuidado de que los números cuadren de entrada y no se desvíen después por el camino.

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Y se van a dar cuenta de lo lejos que está Navarra, por no decir nada de las provincias de Euskadi norte. Y lo cerca que están los problemas de todos los días a los que hay que dar respuesta con "informes escritos con números".

Ya veremos quién acaba siendo "compañero de viaje" de quién y si el tono de los escritos de ETA sigue siendo dentro de un año tan triunfalista como el del que acabamos de conocer. Es posible que, como se dice también en el documento, "ser miembro de la izquierda abertzale puede ser otra vez signo de prestigio social". Pero el prestigio no es en ninguna parte gratuito. Y en un sistema democrático, menos.

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