ELECCIONES 13-J Municipales

El urbanismo, asignatura pendiente

El arquitecto Antonio Palacios proyectó en 1934 el primer Plan de Ordenación Urbana de Vigo, uno de los pioneros en España. No obstante, el estallido de la guerra civil abortó su aplicación. La ciudad ya crecía entonces con rapidez, pero fue en las décadas de los 50 y los 60, con la implantación de Citroën, primero, y el desarrollismo, después, cuando estallaron sus costuras demográficas y urbanísticas.El Ministerio de la Vivienda, intuyendo lo que se avecinaba, instó al Ayuntamiento en 1960 a redactar con urgencia un Plan General de Urbanismo. Pero éste no estuvo listo hasta 1970 y sólo sobre...

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El arquitecto Antonio Palacios proyectó en 1934 el primer Plan de Ordenación Urbana de Vigo, uno de los pioneros en España. No obstante, el estallido de la guerra civil abortó su aplicación. La ciudad ya crecía entonces con rapidez, pero fue en las décadas de los 50 y los 60, con la implantación de Citroën, primero, y el desarrollismo, después, cuando estallaron sus costuras demográficas y urbanísticas.El Ministerio de la Vivienda, intuyendo lo que se avecinaba, instó al Ayuntamiento en 1960 a redactar con urgencia un Plan General de Urbanismo. Pero éste no estuvo listo hasta 1970 y sólo sobre el papel, ya que resultaba inaplicable de pura incoherencia en su normatividad. De este modo, la estructuración de la ciudad moderna concitó durante 20 años un sinnúmero de desafueros y arbitrariedades que, pese a los parcheos normativos posteriores y por unas razones u otras, no decaen y siguen pesando como una fatalidad sobre la identidad urbana viguesa.

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El alcalde actual, Manuel Pérez, paralizó un plan urbanístico consensuado por unanimidad en el anterior mandato, incluido su voto, aduciendo que fomentaba la inseguridad jurídica. Su primer proyecto alternativo, para la playa de Samil, chocó, sin embargo, con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, que lo consideró ilegal. El resto de los planes parciales que acometió, todos desde el oscurantismo, fueron anulados por la Consejería de Política Territorial, dirigida por Xosé Cuiña, que, invocando la necesidad de consenso sobre el tema, acabó por negarle la revisión del planeamiento general que proponía. No cabe, pues, mandato más plano en relación con el aspecto urbanístico.

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