Cuatro cárceles catalanas suministrarán jeringuillas a presos toxicómanos

Cuatro cárceles catalanas dispondrán a lo largo de este año de una sala especialmente habilitada para que los presos toxicómanos reciban jeringuillas nuevas y se inyecten la droga sin riesgo de contagios y de forma controlada, bajo la supervisión de un equipo de médicos, psicólogos y asistentes sociales. Los departamentos de Sanidad y de Justicia de la Generalitat tenían previsto poner en marcha el plan en una sola cárcel, pero finalmente se ha optado por cuatro centros penitenciarios muy dispares entre sí para que la evaluación de los resultados sea más fiable.

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Cuatro cárceles catalanas dispondrán a lo largo de este año de una sala especialmente habilitada para que los presos toxicómanos reciban jeringuillas nuevas y se inyecten la droga sin riesgo de contagios y de forma controlada, bajo la supervisión de un equipo de médicos, psicólogos y asistentes sociales. Los departamentos de Sanidad y de Justicia de la Generalitat tenían previsto poner en marcha el plan en una sola cárcel, pero finalmente se ha optado por cuatro centros penitenciarios muy dispares entre sí para que la evaluación de los resultados sea más fiable.

Pese a que no ha trascendido cuáles serán las prisiones elegidas para la puesta en marcha del programa, fuentes de la Generalitat han revelado que entre ellas se ha incluido la Modelo de Barcelona, como paradigma de gran centro penitenciario, y la de Wad-Ras, con una población reclusa reducida y femenina. La Generalitat ha optado por un modelo mixto en la configuración de los equipos de especialistas que controlarán la aplicación del programa: además de personal sanitario, habrá miembros de organizaciones no gubernamentales (ONG) con experiencia en la lucha contra la drogadicción y el sida. Todos estos profesionales serán ajenos al personal del centro penitenciario para garantizar a los internos la confidencialidad. Desde hace semanas, los departamentos de Sanidad y de Justicia mantienen contactos con los directores de las cuatro cárceles elegidas y los profesionales encargados de llevar a la práctica el proyecto. "Se trata de una experiencia que ha levantado suspicacias, por lo que es necesario contar con la participación y el consenso de todas las partes implicadas", afirmó el director del Órgano Técnico de Drogodependencias del Departamento de Sanidad, el doctor Joan Colom. La Generalitat tiene este proyecto sobre la mesa desde hace tiempo, pero no se decidió a llevarlo a cabo hasta finales del año pasado, tras constatar el éxito de un plan similar que desde junio de 1997 se aplica, de forma pionera en España, en la cárcel de Basauri (Vizcaya). Joan Colom y el director general de Instituciones Penitenciarias de la Generalitat, Ignasi García Clavel, han visitado en varias ocasiones la prisión vasca para conocer la experiencia impulsada allí y tomarla como modelo. Fuentes del Gobierno vasco han reconocido que el programa ha permitido rebajar los casos de contagio de sida en el centro de Basauri. La experiencia ha demostrado también que son infundados los temores de los sectores contrarios al intercambio de jeringuillas en el ámbito penitenciario: no se ha incrementado el uso de drogas por vía intravenosa entre los presos y no se han producido incidentes relacionados con la utilización de las jeringuillas como armas. Según Joan Colom, entre el 20% y el 25% de las personas que ingresan en prisión tienen antecedentes de consumo de drogas. Parte de ellas sigue administrándose estupefacientes cuando está en la cárcel, donde las dificultades para disponer de jeringuillas hacen que éstas sean compartidas por varios reclusos, lo que supone un elevado riesgo de contagio de enfermedades, como el sida y la hepatitis. En muchos casos las jeringas no se desinfectan, y si se hace, se utiliza la lejía, que no elimina el riesgo de contagio. El responsable de Drogodependencias de la Generalitat destacó que se están llevando a cabo programas de desintoxicación en las cárceles catalanas, entre ellos el de sustitución de la droga por metadona, que está dando resultados positivos. Sin embargo, según Colom, no se oculta que estos programas fracasan en algunos toxicómanos. Con el suministro controlado de jeringuillas se pretende defender el derecho de estos reclusos a protegerse de los contagios. La habilitación de salas en las cárceles donde los presos puedan inyectarse controlados por especialistas fue solicitada hace un año por la comisión de drogas del Colegio de Abogados de Barcelona.

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