Tribuna:

Microcosmos electoral

FERRAN REQUEJO El año pasado, las investigaciones sobre cosmología basadas en las supernovas establecieron un descubrimiento espectacular: la aceleración de la velocidad de expansión del universo. En contra de suposiciones previas, en el pasado la expansión del cosmos se producía a una velocidad menor que la actual. Ello resulta algo inesperado toda vez que se suponía que, al aumentar la densidad de materia por encima de la de radiación, debería producirse una deceleración en la velocidad de expansión. Pues resulta que no. El universo, al parecer, va a seguir expandiéndose cada vez más depris...

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FERRAN REQUEJO El año pasado, las investigaciones sobre cosmología basadas en las supernovas establecieron un descubrimiento espectacular: la aceleración de la velocidad de expansión del universo. En contra de suposiciones previas, en el pasado la expansión del cosmos se producía a una velocidad menor que la actual. Ello resulta algo inesperado toda vez que se suponía que, al aumentar la densidad de materia por encima de la de radiación, debería producirse una deceleración en la velocidad de expansión. Pues resulta que no. El universo, al parecer, va a seguir expandiéndose cada vez más deprisa (si les interesan estas cosas, les recomiendo la lectura del Investigación y Ciencia de marzo de 1999). En el microcosmos de la política catalana, los próximos meses suponen una oportunidad para que también se "acelere la expansión" de la calidad del debate político del país. La previsible polarización de la campaña comporta el riesgo, sin embargo, de que se enfoque más a los líderes estrella y a las grandes palabras que a los contenidos. Convendría que se hablara tanto de política como de políticas, más allá de conceptos eslogan como soberanía, federalismo, cambio, etcétera, que así, sin más, poseen un nivel informativo prácticamente nulo. Las elecciones anteriores ya dejaron en este sentido bastante que desear. Con relación a la política, CiU parece partir con una ventaja. Su proyecto parece más cómodo que el de sus adversarios en el momento de entender que las cuestiones de justicia relacionadas con las diferencias culturales no son asimilables ni reducibles a las relacionadas con las desigualdades sociales. Ello incide en la forma como deben entenderse valores como la libertad, la igualdad o el pluralismo en las democracias en las que, como en la española, conviven diversas colectividades nacionales. El hecho de que estas últimas compartan aquellos valores no significa que no haya diversas formas de entenderlos y, sobre todo, de institucionalizarlos. La izquierda tradicional muestra aquí dificultades de adaptación. Y en este punto, el PSOE (y Borrell) supone más un lastre que una ayuda. Por ejemplo, cuando Maragall habla de "federalismo", ¿qué es lo que debemos entender? Se trata de un concepto no precisamente unívoco en la política comparada, y que debiera explicarse a la ciudadanía. De momento, Maragall aún no ha empezado a "escribirlo en el mar", por decirlo con sus mismas poéticas palabras. Habría que explicar, por ejemplo, qué contenidos de autogobierno son los que se postulan. O por dónde debe pasar el reconocimiento plurinacional del Estado en los ámbitos simbólicos, institucionales o de la política europea. A mi entender, no se le puede negar a nadie el que aumente sus cotas de autogobierno si así lo desea, pero tampoco se le puede negar a Cataluña aumentar las suyas con el peregrino argumento de que ello no es de interés para los demás. Ésta es una cuestión clave para una opción política de gobierno en Cataluña. De la misma manera que resulta exigible que CiU no se esconda tras las demandas de soberanía, lo es que Maragall no haga lo mismo con el federalismo. Con relación a las políticas, en cambio, la ventaja corre del lado del ex alcalde. Ciertamente, a pocos se les escapa que algunos departamentos de la Generalitat presentan un balance bastante pobre tras años de gobierno. Al inicio de la transición algunos confiábamos en que en enseñanza, por ejemplo, Cataluña se convertiría en un punto europeo de referencia. Actualmente, si excluimos el sector universitario, no se es punto de referencia ni en España. Aquí, la crítica que previsiblemente realizarán Maragall y sus ciutadans pel canvi debería ir acompañada de una exposición clara de objetivos de las políticas alternativas. Los ciudadanos catalanes debemos conocer cuáles serán los contenidos del Gobierno en caso de un triunfo de Maragall: ¿qué políticas lingüísticas, educativas, sociales o de medio ambiente pondrían en marcha?, ¿en qué se diferenciarían de las actuales?, ¿con qué actores se contaría?, ¿bajo qué prioridades presupuestarias? La próxima contienda electoral al Parlament puede significar una aceleración y una inflexión importante en la vida política catalana. Pero para ello los liderazgos deben estar a la altura de las circunstancias, es decir, como diría Hegel, a la altura de la concreción.

Ferran Requejo es catedrático de Ciencia Política en la UPF.

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