Tribuna:

Cajas de ahorro: fusiones y política

Miguel Blesa, presidente de Cajamadrid, ha hecho hace pocas semanas una reflexión sobre la conveniencia de las fusiones entre las cajas de ahorro y dijo que su fusión favorita sería la de Cajamadrid y La Caixa. Al margen de la sorpresa por la elección de Blesa, no se pudo analizar su conveniencia técnica, ya que la fusión fue descalificada a priori desde el punto de vista político.La imposibilidad de una fusión entre la única caja madrileña y la primera catalana es, seguramente, el epítome de la contaminación política sobre esta parte del sistema financiero. Primero, por su atípico esta...

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Miguel Blesa, presidente de Cajamadrid, ha hecho hace pocas semanas una reflexión sobre la conveniencia de las fusiones entre las cajas de ahorro y dijo que su fusión favorita sería la de Cajamadrid y La Caixa. Al margen de la sorpresa por la elección de Blesa, no se pudo analizar su conveniencia técnica, ya que la fusión fue descalificada a priori desde el punto de vista político.La imposibilidad de una fusión entre la única caja madrileña y la primera catalana es, seguramente, el epítome de la contaminación política sobre esta parte del sistema financiero. Primero, por su atípico estatuto jurídico: su propiedad es difusa. Por lo mismo, no es posible privatizar, como alguna vez ha demandado la CEOE, ya que no todas las cajas son públicas; en algunas de ellas están presentes diferentes fundaciones, e incluso la Iglesia, entre sus propietarios. En segundo lugar, por el poder político que contienen: si alguna comunidad (por ejemplo, la de Castilla y León o la Valenciana) aplica una especie de coeficiente de inversión en las cajas de su territorio -de forma que se asigne un porcentaje de sus activos a las inversiones que el Gobierno autónomo convenga-, éstas devienen en un instrumento de la política económica y de las apetencias de los que en ellos mandan.

Por último, por su propia situación económica: las cajas son protagonistas de una de las paradojas del sistema, que demuestra que no siempre la propiedad privada es más eficaz que otras fórmulas distintas de propiedad, como la de las cajas. En la última década, las cajas de ahorro han ganado cuota de mercado -y en resultados- a la parte bancaria del sistema financiero español. Además, las cajas no han dado hasta ahora muchos dolores de cabeza al Banco de España: si la crisis bancaria de los setenta y ochenta se llevó por delante a una cincuentena de bancos, las autoridades no han tenido que intervenir en las cajas. Si se concretan las fusiones, el Banco de España deberá extremar la supervisión de los riesgos y velar por las condiciones de competencia en precios y en comisiones (como en las del BBV, BCH y BSCH).

En este momento existen en España alrededor de 50 cajas de ahorro, desigualmente repartidas; hay comunidades en las que sólo hay una caja (Madrid, por ejemplo) y autonomías donde existe media docena de ellas (Cataluña o Andalucía), aunque todas las cajas pueden operar en todos los lugares. Las estrategias de fusión son muy diferentes; en la mayor parte de los casos se está hablando de fusiones regionales (Galicia, País Vasco, Andalucía, Comunidad Valenciana, aunque con mayor discreción que en las anteriores zonas), pero hay excepciones notables, como Cataluña o, en menor medida, en Castilla-La Mancha. A veces, los intereses personales de sus dirigentes o los del partido político que manda (o que se opone) actúan como vectores que tiran en distinta dirección de lo que dicen el sentido común, las tendencias de concentración del capital ante el minifundismo o las necesidades tecnológicas del futuro. En Andalucía, por ejemplo, se está librando una batalla entre los deseos de la Junta de Andalucía, que querría fusionar la media docena de cajas existentes en su territorio (bajo el sólido argumento de que no pueden dejar el terreno expedito ante el imperialismo de otras cajas más grandes, de origen catalán o madrileño) y las resistencias de algunos presidentes y del Partido Popular, que entiende que una sola caja de ahorros, controlada por Manuel Chaves, prolongaría su poder e influencia. El secretario general del PP, Javier Arenas, explicó hace pocos días su posición: dada la proximidad de las elecciones municipales y autonómicas, no es posible admitir iniciativas que inciden en la estructura y los órganos de gobierno de las cajas de ahorro, tales como fusiones, compras de entidades financieras o expansiones fuera de su ámbito de actuación tradicional.

El terreno de juego en el que actúan las empresas de servicios financieros se está transformando a un ritmo que supera la agilidad estratégica de muchos de sus protagonistas. Las cajas no se pueden aislar del aumento de dimensión, que ya afecta de pleno a los bancos, sus principales competidores. Mucho menos con el euro vigente.

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