78 siglos y una docena de animales

Para el millar de chinos que viven en el País Vasco, 1999 empezó el 16 de febrero, es el Año del Conejo y el siglo 78. Pero ésta es una de las pocas costumbres que distingue a la comunidad china en Euskadi, que asegura estar muy integrada en las costumbres occidentales. Dedicados en un 80% al negocio de la hostelería, la mitad de los cerca de mil inmigrantes de esa nacionalidad residen en Vizcaya y están agrupados en la Asociación de los Chinos en Euskadi. Esta agrupación reunió a centenares de sus socios para celebrar el Año Nuevo Chino el pasado jueves en un hotel de Bilbao. Aunque el prime...

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Para el millar de chinos que viven en el País Vasco, 1999 empezó el 16 de febrero, es el Año del Conejo y el siglo 78. Pero ésta es una de las pocas costumbres que distingue a la comunidad china en Euskadi, que asegura estar muy integrada en las costumbres occidentales. Dedicados en un 80% al negocio de la hostelería, la mitad de los cerca de mil inmigrantes de esa nacionalidad residen en Vizcaya y están agrupados en la Asociación de los Chinos en Euskadi. Esta agrupación reunió a centenares de sus socios para celebrar el Año Nuevo Chino el pasado jueves en un hotel de Bilbao. Aunque el primer día del año fue el 16 de febrero, ésa era una fecha para celebrarlo en familia. Según explica Pedro Li, presidente de la asociacións, "el nuevo año se recibe por la noche recordando a los antepasados y ofreciéndoles comida, como dice Confucio, cenando en familia y tirando fuegos artificiales y petardos para ahuyentar a los malos espíritus". El Año Nuevo también tiene sus ritos y ese día se celebra "con danzas de leones y de dragones para pedir buena fortuna a los dioses". El calendario chino es lunar y tiene doce meses, que se asocian a otros tantos animales. Los siglos tienen 60 años y ya van por el siglo 78, porque esta forma de contar el tiempo se inició hace 4.688 años. "Hay doce animales y cinco movimientos: metal, madera, agua, fuego y tierra, que se combinan entre sí", señala Li. Éste es el Año del Conejo que, según marca la tradición, significa paz, alegría, altibajos y un buen periodo para tener hijos. Pero su propio calendario no les impide celebrar también la Nochevieja el 31 de diciembre, como sus vecinos. "Ese día cenamos bien y salimos a tomar copas", dice Li. En la década de los años 60, llegaron los primeros inmigrantes chinos a Bilbao. Eran tres estudiantes a los que enseguida se sumó el propietario del restaurante chino de la calle de Elcano. "En 1979, terminó la época del Telón de Bambú y se abrieron las fronteras chinas. Empezó a salir gente, pero el éxodo masivo se ha producido en la década de los 90", explica Li, propietario de un restaurante en la capital vizcaína que llegó a España hace 33 años buscando el paraíso del que le habían hablado los jesuitas en la escuela de Taiwan. El presidente de la agrupación asegura sentirse "muy a gusto y muy integrado aquí". En su caso, la experiencia ha sido positiva desde el principio. Cuando viajaba por primera vez hacia Bilbao coincidió en el tren con varios bilbaínos que en cuanto llegaron a la estación de Abando le llevaron a txikitear y comer champiñones al Casco Viejo. "Dicen que los vascos son fríos, pero no es verdad". El budismo es la religión mayoritaria de esta comunidad, que procede principalmente de Taiwan, Hong Kong y de la provincia de Zhejiang. De esta región es Carlos Lioo, el propietario de un restaurante en San Sebastián que se acercó a Bilbao para celebrar el Año del Conejo. Lioo lleva doce años viviendo en la capital donostiarra, de la que habla maravillas. "Conozco media España y he vivido en Madrid, Valencia, Holanda... pero aquí la vida se disfruta más, es más alegre", asegura. El presidente de la asociación hizo de anfitrión el pasado jueves de la fiesta de Año Nuevo. Exhibiciones de danza, canciones tradicionales, el baile del dragón y un sorteo de regalos fueron los principales actos de una velada que comenzó con los discursos de varios invitados. Entre ellos, de José María Gorordo, que apareció por allí y terminó pronunciando una corta charla y sacando uno de los cupones del sorteo, a petición de los propios chinos. Esfuerzo de respeto También asistió a la fiesta el Ararteko, Xabier Markiegi quien, tras los discursos del cónsul y el consejero de la Embajada china en Madrid, invitó a todos, chinos y vascos, a "hacer un esfuerzo por reconocernos distintos, pero respetarnos como iguales". El tono de la celebración subió con la rifa de regalos. Un joven con un nombre imposible de transcribir y que fue presentado como "un famoso de la televisión de Shanghai" convirtió la rifa en un espectáculo cómico. Numerosos compatriotas le siguieron el juego e intentaron colar números que no habían salido, entre la carcajada general. La capital española acoge a la mayoría de la población inmigrante y la comunidad oriental no es una excepción. En lo que sí destaca el País Vasco es en la organización de los chinos. "En Euskadi es donde más unidos estamos los chinos, hacemos de puente con las instituciones y la sociedad para promover la integración", señala Li, para añadir seguidamente: "Incluso nuestra Embajada recurre a la asociación cuando hay algún problema".

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