Entrevista:

"Cada vez se utilizan más los rayos X para estudiar estructuras biológicas"

El físico francés Yves Petroff, de 62 años, dirige desde hace seis la instalación europea de radiación sincrotrón (ESRF), un anillo subterráneo de casi un kilómetro de circunferencia en Grenoble (Francia), donde se producen rayos X para su uso en la industria y en áreas de investigación tan diversas como la biología o los nuevos materiales. Quince países son socios del ESRF, incluida España, que aporta un 4% del presupuesto total actual de 420 millones de francos anuales-menos de la sexta parte de la aportación francesa-. España además empezará ahora a construir su propia estación experimental...

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El físico francés Yves Petroff, de 62 años, dirige desde hace seis la instalación europea de radiación sincrotrón (ESRF), un anillo subterráneo de casi un kilómetro de circunferencia en Grenoble (Francia), donde se producen rayos X para su uso en la industria y en áreas de investigación tan diversas como la biología o los nuevos materiales. Quince países son socios del ESRF, incluida España, que aporta un 4% del presupuesto total actual de 420 millones de francos anuales-menos de la sexta parte de la aportación francesa-. España además empezará ahora a construir su propia estación experimental en el ESRFPregunta. ¿Cómo se producen los rayos X en un sincrotrón?

Respuesta. Tenemos una circunferencia de 850 metros, y en su interior viajan electrones a velocidad cercana a la de la luz. En unas 50 posiciones hay imanes que curvan la trayectoria de los electrones, y cada vez que un electrón entra en el campo de estos imanes emite radiación sincrotrón, luz en el rango de los rayos X, en dirección tangencial a la órbita. Así tenemos 40 fuentes de radiación, que llamamos beamlines, operando 24 horas al día y siete días a la semana; 31 de estas líneas son públicas.

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P. Oficialmente el ESRF se terminó el pasado año, tras diez años de construcción. ¿Está satisfecho del resultado?

R. Desde luego. Hemos cumplido con el presupuesto y el plazo [10 años] previstos. En realidad las primeras 15 líneas se inauguraron en 1994. Además, en el último año se han unido tres socios más, Portugal, Israel y Chequia. Y en total hay unas 50 estaciones experimentales simultáneas en las beamlines, más de lo previsto. Son diferentes entre sí, adaptadas para cada necesidad: cristalografía, topografía...

P. ¿Para qué se usan los rayos X en la industria y en la investigación?

R. Hay muchísimas aplicaciones. En nuevos materiales, por ejemplo, se emplean para investigar la estructura microscópica del material y determinar su riesgo de fractura o su resistencia. Se está trabajando mucho en polímeros. Y últimamente están aumentando mucho las propuestas de biólogos, que usan los rayos X para hallar la estructura tridimensional de las proteínas. En el ESRF se ha determinado recientemente la estructura del virus de la lengua azul, por ejemplo, que infecta al ganado.

P. ¿Es el ESRF sólo una instalación de servicios a los socios?

R. Es una instalación de servicios porque está abierta a los usuarios europeos. Pero también es muy importante tener buenos programas propios de investigación, o sea que la función es doble.

P. ¿Quiénes son los usuarios?

R. Tuvimos unos 2.800 el año pasado, 400 más que en 1997. En su mayoría son investigadores básicos, pero también proceden de la industria. Aproximadamente el 20% de las propuestas están ligadas a la industria, de un modo u otro. Ocurre a menudo que la industria se da cuenta de que la investigación cuesta dinero, y opta por subcontratar la investigación con las universidades.

P. ¿Las universidades no pagan y las industrias sí?

R. Si se publican los resultados de la investigación no se paga. Si es secreto sí, pagan todo el coste, que equivale a unas 700.000 pesetas por 8 horas. Tenemos unas 20 compañías que hacen investigación que no se publica. La mayoría tratan de conseguir la estructura de proteínas o virus.

P. ¿Cómo se accede al uso de las líneas públicas?

R. Dos veces al año se abre el plazo para presentar propuestas. La demanda es grande; actualmente aceptamos sólo un 40% de las propuestas. Las españolas representan aproximadamente el 3,5% de las aceptadas, y debería ser el 4%.

P. ¿Y en cuanto al retorno tecnológico?

R. En las primeras etapas y hasta hace unos años las empresas españolas no lo hacían muy bien. Pensaban que como éramos un organismo europeo debíamos tener mucho dinero, y todos sus presupuestos eran muy caros, Entonces nos reunimos con autoridades españolas y representantes de la industria, y en los últimos cuatro años el retorno español ha pasado de ser el 0,4% al 1,5%. El ideal, cuando se recupera lo que se paga, es el 1%, así que España ahora lo hace muy bien. Aunque es cierto que los contratos más interesantes desde el punto de vista tecnológico salieron en las primera etapas de la construcción, y España los perdió.

P. ¿Qué opina de que España construya su propio sincrotrón, como la gran mayoría de los países europeos?

R. Creo que para eso es necesario que la comunidad de usuarios potenciales españoles tenga una cierta masa crítica. Lo mínimo son unos 400 o 500 usuarios, y en España creo que son la mitad. No son suficientes

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