Revivo hace méritos
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Si Revivo era un jugador del agrado de Van Gaal, desde ayer el entrenador del Barcelona tiene más motivos para intentar su fichaje. El delantero israelí explotó la que es quizás la mayor carencia defensiva del equipo blaugrana, el flanco derecho. Ronald de Boer demostró que no es lateral y Abelardo, que le falta velocidad para jugar tan pegado a la banda. Terreno abonado para Revivo, que tuvo una tarde sensacional y fue junto con Makelele el mejor jugador del Celta.Para el israelí fue la de ayer una cuestión de amor propio. Empujado a la suplencia por la fuerte competencia existente en la plantilla de Víctor Fernández, incrementara desde la contratación de Jordi Cruyff, Revivo aprovecha cada ocasión que se le presenta como si sólo dispusiera de una bala en la recámara. Pese a haber pasado por el quirófano está completando su mejor temporada desde que llegó a España, y ha subsanado lo que hasta ahora era su mayor carencia: la falta de gol. Aunque ayer no anotó, lleva cinco goles en una liga de la que se ha perdido casi dos meses. Y un gol magistral, anotado en Anfield, llevó la clasificación del Celta a los cuartos de final de la UEFA, su techo histórico.
Lo que no hizo Revivo le correspondió ayer a Makelele, un jugador que llegó a Vigo por la puerta trasera del Olympique de Marsella para sustituir a Ito y que ayer dio oxígeno a todo el equipo celeste. Si ayer por Balaídos no se vio a un tipo llamado Luis Enrique y que suele revolucionar los partidos, fue gracias al francés, que se ha erigido en el complemento perfecto para ayudar a Manzinho en la destrucción. Uno tras otro los intentos del Barcelona por sacudirse el dominio acabaron en los pies de Makelele, que fue además uno de los jugadores que más contribuyeron a conducir el ataque del Celta.
Como si la suerte se hubiera conjurado para saldar la cuenta de Makelele en Francia, el bombo colocó a su ex equipo en el camino del Celta hacia las semifinales de la UEFA. Si la venganza es un plato que se sirve frío, el mes de marzo puede propiciarle la ocasión de poner las cosas en su sitio en Marsella.