Reportaje:

El "primo" mediador

Un plan municipal de apoyo a familias gitanas tiene, por primera vez, educadores de esa etnia

Loli Fernández y Juan David Santiago son educadores sociales. Las familias gitanas de Carabanchel con las que trabajan les llaman "primos". No es un exceso de confianza, sino una contraseña cultural que quiere decir: "Tú y yo somos gitanos y entre nosotros hay respeto y compromiso". Desarrollan su tarea como otros educadores, pero con una ventaja: son gitanos y conocen el lenguaje y las costumbres de su pueblo. Ambos forman parte de una experiencia innovadora: un programa de la asociación Secretariado General Gitano, subvencionado por el Ayuntamiento de Madrid con 61 millones, en el que, por p...

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Loli Fernández y Juan David Santiago son educadores sociales. Las familias gitanas de Carabanchel con las que trabajan les llaman "primos". No es un exceso de confianza, sino una contraseña cultural que quiere decir: "Tú y yo somos gitanos y entre nosotros hay respeto y compromiso". Desarrollan su tarea como otros educadores, pero con una ventaja: son gitanos y conocen el lenguaje y las costumbres de su pueblo. Ambos forman parte de una experiencia innovadora: un programa de la asociación Secretariado General Gitano, subvencionado por el Ayuntamiento de Madrid con 61 millones, en el que, por primera vez, los gitanos no son sólo destinatarios de la atención social, sino también quienes la prestan. Desde enero, cuatro equipos de trabajo social (12 mediadores), la mitad gitanos, desempeñan tareas de apoyo escolar, promoción de la mujer y participación ciudadana en barrios de Carabanchel, Villaverde y Puente de Vallecas con elevada población marginada de esa etnia.

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También actuarán en los vecindarios donde se realoje a familias gitanas chabolistas en pisos municipales, pero no en barriadas chabolistas o de casas bajas, como Las Barranquillas o La Rosilla, donde ya intervenien los educadores del Instituto de Realojamiento e Inserción Social (IRIS). En la región residen unos 40.000 gitanos (700.000 en todo el Estado). Este programa atenderá a 3.400.

"La gente se lleva una alegría cuando ve que, por una vez, hay trabajadores sociales que hablan su lenguaje y conocen su forma de entender la vida" aseguran Fernández y Santiago, que comparten equipo con Carmen Dávila, la única paya, y un grupo de voluntarios y colaboradores.

Estos educadores sitúan, con sorna, su despacho profesional "en el bar de la esquina, en el parque y en plena calle, es decir, allí donde topamos a nuestra gente". "Cuando queremos informar sobre un curso o un taller no gastamos dinero en folletos, sino que recurrimos al boca a boca, mucho más eficaz en una cultura ágrafa como la gitana", afirman.

Entre sus cometidos está el apoyo y seguimiento escolar en colegios donde más de la mitad es de la etnia gitana. "Hay normas para evitar que en un centro se concentre una minoría étnica, pero en algunos colegios eso no se cumple", explican.

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Una de sus batallas es el absentismo escolar, que afecta a casi el 40% de los chavales con los que trabajan. En varios centros han montado, con ayuda del profesorado, talleres de bulerías, teatro, cerámica y cocina para atraer a las aulas a los chicos que más se aburren en ellas.

"También intentamos lograr que la historia y las aportaciones del pueblo gitano esté presente en los contenidos lectivos, porque llevamos 575 años en la península Ibérica y somos los grandes desconocidos", asegura Santiago. "Muchos de estos chavales viven situaciones muy duras en casa, pero, además, cuando llegan a la escuela, la sienten como algo muy ajeno que les quieren imponer", añade.

Estos equipos sociales centran también sus esfuerzos en las mujeres gitanas. "Están más dispuestas al cambio que los hombres y son las que llevan el peso de la familia. De tanto hacerse cargo de los hijos, del marido, de los abuelos y de todos, casi no les queda un espacio para ellas, para su disfrute y formación", apostilla Fernández.

Es precisamente un lugar para la promoción personal de estas mujeres gitanas lo que han intentado crear con los cursos de costura y alfabetización. Ellos saben que la marginación no se resuelve de un día a otro. Pero son optimistas: "Dicen que el pueblo gitano está estancado, pero eso no es verdad, en los últimos 25 años ha evolucionado tanto como en los cinco siglos anteriores".

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