El jefe de la Guardia Suiza y su asesino eran amantes, según un nuevo libro
El comandante de la Guardia Suiza vaticana -encargada de la seguridad del Papa-, Alois Estermann, y su supuesto asesino, el cabo Cedric Tornay, eran amantes, asegura Massimo Lacchei, autor de un polémico libro presentado ayer en Roma. En él asegura además que una tercera persona, cuyo nombre no revela, está relacionada con el crimen. El libro, titulado Verbum Dei, Verbum Gay (Palabra de Dios, palabra de homosexual), ha salido al mercado un día después de que el Vaticano diera por cerrado el caso de forma oficial, reafirmándose en la tesis ya conocida: Tornay, producto del consumo de la ...
El comandante de la Guardia Suiza vaticana -encargada de la seguridad del Papa-, Alois Estermann, y su supuesto asesino, el cabo Cedric Tornay, eran amantes, asegura Massimo Lacchei, autor de un polémico libro presentado ayer en Roma. En él asegura además que una tercera persona, cuyo nombre no revela, está relacionada con el crimen. El libro, titulado Verbum Dei, Verbum Gay (Palabra de Dios, palabra de homosexual), ha salido al mercado un día después de que el Vaticano diera por cerrado el caso de forma oficial, reafirmándose en la tesis ya conocida: Tornay, producto del consumo de la marihuana y de un desequilibrio psicológico profundo, mató a tiros al comandante Estermann y a su esposa y después se suicidó.
Aunque Lacchei no les cita en su libro por sus nombres verdaderos, ayer decidió revelarlos en la presentación, en respuesta al informe del Vaticano. "Esto no es ficción", dijo, "está basado en encuentros reales". El escritor italiano sostiene que Estermann y Tornay mantuvieron una relación homosexual durante un año y que conversó con ellos en diversas ocasiones sobre el asunto. "Tornay era mucho más hablador. Estermann era más cuidadoso y sólo intervenía cuando Tornay hablaba demasiado", asegura. "Un día estábamos sentados en un sofá y cuando Tornay me estaba comentando detalles de su relación, Estermann le tomó la mano para indicarle que parara".
El autor afirma que se reunió con Tornay un mes antes de las muertes y que nada le hizo suponer que tenía problemas psicológicos. Lacchei dice que en uno de los encuentros asistió una tercera persona, un sacerdote del que no dio el nombre. "Creo que todos han sido asesinados", concluyó.