Ruíz Balerdi, Zumeta y Mendiburu comparten una muestra colectiva

Cada artista tiene su propio sello y el espectador lo distingue a pesar de que figure en una exposición colectiva en la que el soporte del arte es el mismo. Esta realidad se alza como algo innegable en la muestra que presenta la Galería Altxerri de San Sebastián. Esta sala expone 76 obras, en su mayoría inéditas de diez artistas en papel; piezas de Rafael Ruíz Balerdi, Edu López, Remigio Mendiburu, Goenaga y Zurriarain, entre otros, que muestran los diferentes derroteros del arte vasco.

El único punto de partida de esta exposición de la Galería Altxerri (Reina Regente, 2) es la utilizac...

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Cada artista tiene su propio sello y el espectador lo distingue a pesar de que figure en una exposición colectiva en la que el soporte del arte es el mismo. Esta realidad se alza como algo innegable en la muestra que presenta la Galería Altxerri de San Sebastián. Esta sala expone 76 obras, en su mayoría inéditas de diez artistas en papel; piezas de Rafael Ruíz Balerdi, Edu López, Remigio Mendiburu, Goenaga y Zurriarain, entre otros, que muestran los diferentes derroteros del arte vasco.

El único punto de partida de esta exposición de la Galería Altxerri (Reina Regente, 2) es la utilización del papel como soporte artístico. A partir de ahí los trazos de cada uno de los autores muestra las diferencias en concepción, en lenguaje artístico, e incluso en generación, de las obras que allí se exponen. Se trata, en su mayoría, de obra reciente, salvo en el caso imposible de Ruíz Balerdi y Mendiburu, los dos únicos artistas fallecidos presentes en la exposición. La acogida es calurosa. En la pared de la entrada se alza una pieza de gran tamaño de Ruíz Balerdi, uno de esos jardines de colorido inacabable siempre apto para la sorpresa. No es la única obra que cuelga este artista en las paredes de la sala. En el interior presenta dibujos en blanco y negro, en color; algunos hechos a tiza, otros a lápiz o a cera, pero todos se descubren como Balerdis ante el espectador. En la misma sala, Jesús Mari Cormán muestra seis obras. Todas tienen en común la utilización de un color, el azul frío y sus tonos, para la representación de paisajes románticos y a la vez misteriosos, que lo mismo se convierten en tormentas de polvo radioactivo que en una aurora boreal. El itinerario continúa de la mano de Goenaga, de su obra más reciente, que continúa fiel a la arqueología, al enigma de las cuevas. Todavía tiene capacidad para la sorpresa. Los tonos oscuros que siempre prevalecen en sus cuadros llegan a tornarse mucho más vivos en alguna de las piezas de esta exposición; utiliza incluso un rojo intenso para una obra realizada en 1998. Edu López, el ganador del Gure Artea 1998, demuestra su sentido más literario. Lo mismo recurre a la figura del hombre, que al mundo animal; al color que al blanco y negro, en piezas de pequeño formato. El material de la sala se completa con obras de Balda, Don Herbert, el artista irunés Bergara y el viaje en papel por África de José Luis Zumeta, que discurre por el segundo piso de la galería. Este espacio está dedicado a sus más recientes pinturas, realizadas tras su estancia en este continente. Zumeta cautiva al espectador por el intenso colorismo de sus obras, por las referencias constantes al simbolismo de África, de una fuerza expresiva inagotable.

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