VIOLENCIA EN EL PAÍS VASCO

La lucha callejera sólo paró durante las elecciones

Aunque desde el entorno de ETA-HB se ha presentado siempre la violencia callejera como una respuesta social espontánea de la "juventud vasca" contra la "represión", lo cierto es que si algo la define es su carácter organizado. El auge de la violencia callejera en el País Vasco se produce a partir de 1993, para compensar precisamente la pérdida de operatividad de ETA tras el golpe que recibió su dirección en Bidart el año anterior. Y alcanza sus máximas cotas en 1996 y 1997, siguiendo la consigna marcada en la ponencia Oldartzen para "socializar el sufrimiento".Esa condición estructurada de la ...

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Aunque desde el entorno de ETA-HB se ha presentado siempre la violencia callejera como una respuesta social espontánea de la "juventud vasca" contra la "represión", lo cierto es que si algo la define es su carácter organizado. El auge de la violencia callejera en el País Vasco se produce a partir de 1993, para compensar precisamente la pérdida de operatividad de ETA tras el golpe que recibió su dirección en Bidart el año anterior. Y alcanza sus máximas cotas en 1996 y 1997, siguiendo la consigna marcada en la ponencia Oldartzen para "socializar el sufrimiento".Esa condición estructurada de la violencia callejera se ha visto confirmada tras la tregua de ETA. Entre el 16 de septiembre y las elecciones vascas del 25 de octubre, acompañando la reconversión de HB en la marca electoral EH, los ataques y sabotajes desaparecieron prácticamente. Apenas se contabilizaron en mes y medio nueve incidentes; el más grave de ellos, el intento de incendiar la sede socialista del barrio de Alza, en San Sebastián.

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Entre noviembre y diciembre, sin embargo, se registra un paulatino despegue que parece destinado a recordar que el "conflicto" permanece, aunque ETA esté inactiva: acoso a cargos del PP, más ataques contra sedes del PSE y apeaderos de Renfe, artefacto contra un repetidor de Radio Nacional, daños a entidades bancarias y furgonetas de correos, y artefactos incendiarios contra un militar, en Vitoria, y la vivienda de un guardia civil en Pamplona. Dos personas tuvieron que ser hospitalizadas por inhalación de humo y quemaduras en este último episodio. Desde las elecciones vascas al 12 de diciembre, la cifra de incidentes ascendió a 36.

Vuelven los encapuchados

Desde poco antes de las Navidades, y coincidiendo con la intensificación de la campaña por el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco, se ha producido una evidente escalada, como si alguien hubiera abierto el grifo. Las presiones y amenazas contra representantes del PP se han hecho más agresivas: más de una decena de encapuchados apedrearon el domicilio del presidente de las juventudes del PP de Vizcaya mientras celebraba la Nochevieja con sus padres y desconocidos calcinaron el martes en Bilbao la cafetería de un militante.

Con el inicio del año, los incidentes son más de uno por día. Además, se han vuelto actuaciones propias de los momentos más calientes de la kale borroka, como el lanzamiento de un artefacto explosivo, el 23 de diciembre, contra un todoterreno de la Guardia Civil en Gernika, la lluvia de cócteles mólotov de anteayer contra las viviendas de este cuerpo en Getxo o el incendio, el 2 de enero, de los juzgados de Tolosa.

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