Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO

Maneras de construir mundos

Nelson Goodman, el patriarca del mítico Departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard, murió el 24 de noviembre de 1998, a los 92 años de edad. Sus múltiples contribuciones a la filosofía de la ciencia abarcan la teoría de la inducción, la confirmación de hipótesis, los condicionales contrafácticos y su labor como practicante y teórico de la construcción de mundos. Vale la pena recordar ahora esta última faceta.En la época heroica del empirismo lógico se anunció la desmesurada pretensión de reducir todo nuestro conocimiento a sus bases más firmes: la experiencia sensible inmediata y l...

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Nelson Goodman, el patriarca del mítico Departamento de Filosofía de la Universidad de Harvard, murió el 24 de noviembre de 1998, a los 92 años de edad. Sus múltiples contribuciones a la filosofía de la ciencia abarcan la teoría de la inducción, la confirmación de hipótesis, los condicionales contrafácticos y su labor como practicante y teórico de la construcción de mundos. Vale la pena recordar ahora esta última faceta.En la época heroica del empirismo lógico se anunció la desmesurada pretensión de reducir todo nuestro conocimiento a sus bases más firmes: la experiencia sensible inmediata y la lógica formal. A partir de los mondos datos sensibles y con la sola palanca de la lógica pura habría que reconstruir el edificio entero de la realidad. Como Bertrand Russell había postulado, "siempre que sea posible, hay que sustituir las entidades inferidas por construcciones lógicas". Él mismo, en Our Knowledge of the External World (1914), propuso reducir las entidades de la física a lo dado en los sentidos mediante definiciones sucesivas.

Fue Rudolf Carnap quien, en Der logische Aufbau der Welt (La construcción lógica del mundo, 1928) se puso manos a la obra de reconstruir todos los objetos de la experiencia y de la ciencia como construcciones lógicas (clases de clases de clases) de vivencias elementales, usando como punto de partida la mera relación primitiva de semejanza recordada entre ellas. Las construcciones matemáticas superpuestas de Carnap ofendían el austero sentido nominalista de Goodman, que prefirió renunciar a las pompas conjuntistas y profesar la escueta disciplina de un cálculo mereológico de individuos como única herramienta formal. Como individuos tomó los qualia, características sensibles atemporales (como colores y sonidos) en cuanto percibidas por el observador.

Los intentos de reconstrucción fenomenista del mundo de Russell, Carnap y Goodman tenían algo de quijotesco. Nadie logró completarlos y definir, por ejemplo, el electrón como una cierta clase de clases de sensaciones. Carnap pronto abandonó el empeño y adoptó el fisicalismo: los componentes últimos del mundo son las entidades físicas elementales y a partir de ellas habría que reconstruirlo todo, incluso nuestras propias percepciones. Goodman se distanció del programa por la vía de un pluralismo crecientemente refinado e irónico. En 1978 su libro Ways of Worldmaking (Maneras de hacer mundos) causó sensación. Nadie, en el siglo XX, ha expresado las tesis relativistas con tanta finura, alcance y encanto. El mundo fenoménico de nuestras vivencias y percepciones es un mundo distinto del mundo fisicalista de los átomos y los campos, que a su vez no se parece al mundo de la pintura abstracta ni al de la música barroca.

La antaño dramática cuestión de si el sol gira en torno a la Tierra o a la inversa es contemplada por nosotros con displicencia como un mero asunto de elección de coordenadas. Ambos mundos son versiones del mismo mundo, intertraducibles entre sí mediante la adecuada transformación. Pero hay otros mundos que no son traducibles, hay mundos distintos e irreducibles.

"Lo perceptual no es más una versión distorsionada de los hechos físicos que lo físico es una versión muy artificial de los hechos perceptuales". Y no digamos lo pictórico, a lo que Goodman siempre prestó mucha atención. (Casado con un pintora, ganó más como marchante de arte que como profesor y su despacho en Emerson Hall era un auténtico museo). De todos modos, Goodman siempre rechazó el "todo vale". En todos los mundos había, según él, criterios de corrección. La noción de corrección le parecía más general y manejable que la de verdad, sin por ello renunciar a ésta en la ciencia ni el lenguaje. Pero se oponía a lo que consideraba un realismo ingenuo e insostenible, la tesis de que el mundo ya está estructurado de por sí con independencia de nuestras construcciones conceptuales y que nos limitamos a encontrar los hechos. "Desde luego, debemos distinguir la falsedad y la ficción de la verdad y el hecho; pero no podemos - estoy seguro - hacerlo sobre la base de que la ficción es fabricada y el hecho encontrado".

Jesus Mosterín es catedrático de Filosofía, Ciencia y Sociedad (CSIC)

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