Una afición espinosa

De niña prefería cuidar cactus a jugar con muñecas. Y es que la pasión de Eduvigis Bravard por estas plantas longevas y de zonas áridas viene de lejos. Al principio sólo era una coleccionista, pero con los años, esta francesa afincada en Casarabonela (Málaga) ha hecho de su vocación espinosa el eje de su existencia y su modo de vida. Edu contagió su amor por los cactus a Juan Mora, su marido, con quien forma la empresa Mora y Bravard, dedicada al cultivo y la venta de estas plantas. Todo empezó hace quince años, en Mallorca. Ella quería seguir ampliando su colección, pero no encontraba la fórm...

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De niña prefería cuidar cactus a jugar con muñecas. Y es que la pasión de Eduvigis Bravard por estas plantas longevas y de zonas áridas viene de lejos. Al principio sólo era una coleccionista, pero con los años, esta francesa afincada en Casarabonela (Málaga) ha hecho de su vocación espinosa el eje de su existencia y su modo de vida. Edu contagió su amor por los cactus a Juan Mora, su marido, con quien forma la empresa Mora y Bravard, dedicada al cultivo y la venta de estas plantas. Todo empezó hace quince años, en Mallorca. Ella quería seguir ampliando su colección, pero no encontraba la fórmula. Así que los dos empezaron a buscar semillas de los países más recónditos. México, Africa del Sur, Madagascar, Perú, Bolivia, India. Casi sin proponérselo se convirtieron en empresarios. Modestos, eso sí. Las espinas encontradas en el camino no les hicieron desistir. Al contrario, eran un aliciente. Pero querían instalarse en una zona con menos problemas de comunicaciones. Así que Juan trazó un mapa climático y buscaron un lugar idóneo donde las plantas pudieran adaptarse. Así, hace un par de años, llegaron a Casarabonela, a los pies de la Sierra de las Nieves. No fue fácil. Tuvieron que transportar 38 toneladas de cactus. Pero no se quejan del esfuerzo: su colección está entre las mejores de España y su empresa es una de las más reconocidas del país. Sólo venden por catálogo a coleccionistas o al por mayor a tiendas serias. "Pero nuestra colección personal no se vende. No me tendrían que dar una millonada sino muchas millonadas... Y ni aún así", corrige después Edu. No es para menos. Entre sus reliquias botánicas hay ejemplares con más de 150 años. Ella no da más detalles. Es tan celosa de la intimidad de sus plantas que parece que hablara de sus hijos. Algunos tienen forma de mujer, otros se asemejan a un cerebro, o se confunden con una piedra. Hasta hay una variedad que los aborígenes del África del Sur utilizan para envenenar las flechas con las que cazan animales. Los ejemplares de las islas Galápagos también tienen su encanto: son una prueba de los mecanismos de defensa que la naturaleza desarrolla para escapar de los depredadores. La parte baja está totalmente cubierta por espinas durísimas. Así no hay tortuga gigante que le hinque el diente. En la parte superior, las espinas son menos abundantes y más tiernas. Muchos de los ejemplares son verdaderas piezas de museo. Hace un mes, expertos de todo el mundo visitaron los invernaderos que Juan y Edu tienen a la entrada del pueblo. Se quedaron maravillados. Algunos de los ejemplares ni siquiera pudieron clasificarlos. Pero estas modestas instalaciones no están abiertas al público. "Una pena", según la pareja. La idea de abrir un museo, con la que algunas administraciones han comenzado a coquetear, les llena de ilusión. "Sería una forma de dar a conocer todo esto. Es una lástima, pero en estos invernaderos no pueden entrar muchas personas. Hay poco espacio. Confiamos en que el museo sea una realidad en seis o siete meses", relata Edu sin ocultar su entusiasmo. Pero mientras tanto, sus vidas transcurren a caballo entre la vocación y el trabajo. Las plantas que venden cuestan desde 300 pesetas hasta millones. Pero aseguran que no es un coleccionismo prohibitivo, sino asequible "a cualquiera" porque hay cactus para todos los bolsillos. Amantes de estas plantas por sobre todas las cosas, para Reyes y cumpleaños ninguno quiere joyas, perfumes o ropa. ¿Adivinen cuál es su regalo favorito?

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