1998 durará un segundo más por el desfase de la rotación terrestre

Las mareas hacen que el planeta gire más lento a lo largo del año

El último minuto de 1998 no será como todos: tendrá 61 segundos. Será un segundo intercalado para paliar el desfase que la rotación del planeta produce entre dos escalas de tiempo: la propiamente derivada de ese giro terrestre y la universal, que rige todas las actividades en el mundo. La decisión corresponde a la Oficina Internacional de Pesas y Medidas y al Servicio Internacional de Rotación de la Tierra.

La Tierra es una especie de reloj, pero su escala temporal depende de diversos fenómenos geofísicos, como las mareas oceánicas -consecuencia de la gravitación-, así como de las varia...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El último minuto de 1998 no será como todos: tendrá 61 segundos. Será un segundo intercalado para paliar el desfase que la rotación del planeta produce entre dos escalas de tiempo: la propiamente derivada de ese giro terrestre y la universal, que rige todas las actividades en el mundo. La decisión corresponde a la Oficina Internacional de Pesas y Medidas y al Servicio Internacional de Rotación de la Tierra.

La Tierra es una especie de reloj, pero su escala temporal depende de diversos fenómenos geofísicos, como las mareas oceánicas -consecuencia de la gravitación-, así como de las variaciones de los vientos atmosféricos y de las interacciones entre el núcleo y la corteza del planeta. La Tierra gira más despacio, pero no de modo uniforme, a medida que avanza el año.Para evitar que las escalas temporales terrestre y universal se alejen más de un segundo, "a veces estamos obligados a introducir un segundo intercalado", dice Daniel Gambis, del Observatorio de París, informa France Press.

El tiempo universal se mide de forma abstracta por relojes atómicos, sea en el Observatorio de París o en el Observatorio de la Marina Española en San Fernando (Cádiz). El planeta se atrasa, en su giro rotatorio, un segundo. Si los relojes atómicos no reajustaran ambas escalas, podría ocurrir -transcurridos varios miles de años- que amaneciera a las 11 de la mañana. Según cálculos de expertos, desde que nació Cristo se habrían acumulado, si no hubiese habido ajustes, 7.300 segundos, o sea más de dos horas.

Por tanto el horario legal -coordinado mundialmente por los relojes atómicos- se adapta con pequeñísimos saltos al tiempo universal. Los científicos ven necesarios esos saltos cuando la diferencia entre tiempo universal y tiempo terrestre llega a ser siete décimas de segundo en dos días concretos del año: el 30 de junio y el 31 de diciembre.

No siempre ha habido segundos. Los monasterios de la Edad Media regulaban el Ora et labora con horas de duración distinta, según la estación del año; pero los campesinos dividían la jornada entre sol y noche, con lo que en verano trabajaban mucho más tiempo.

Posteriormente el tiempo dejó de ligarse al ciclo natural día-noche para convertirse en algo abstracto, medido por relojes cada vez más precisos, pero que seguían definiendo el segundo como una parte del día solar medio. La aparición de los relojes atómicos permitió separar esta medida del ciclo natural de la Tierra.

Archivado En