Tribuna:

Rebajas

Mientras los socialistas vascos quedan a la espera de que el PNV y la historia los necesiten para compensar las presiones de HB, el mundo sigue andando y Arnaldo Otegui, como Pulgarcito, va marcando con migas de pan el camino correcto. Ofrece un pacto de legislatura al PNV y señala que sólo el traslado de los presos vascos a Euskadi y cercanías demostrará la voluntad negociadora del Gobierno. Por su parte, el Gobierno no lo declara explícitamente, pero negocia, con un ojo puesto en las víctimas del terrorismo y el otro en la expectativa de paz irrechazable.Que Otegui ofrezca un pacto de legisl...

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Mientras los socialistas vascos quedan a la espera de que el PNV y la historia los necesiten para compensar las presiones de HB, el mundo sigue andando y Arnaldo Otegui, como Pulgarcito, va marcando con migas de pan el camino correcto. Ofrece un pacto de legislatura al PNV y señala que sólo el traslado de los presos vascos a Euskadi y cercanías demostrará la voluntad negociadora del Gobierno. Por su parte, el Gobierno no lo declara explícitamente, pero negocia, con un ojo puesto en las víctimas del terrorismo y el otro en la expectativa de paz irrechazable.Que Otegui ofrezca un pacto de legislatura al PNV puede ser interpretado como el abrazo del oso o como algo más simple y laico: a cambio de una clara definición y acción estratégica coincidente con los objetivos políticos de HB, es presumible que ETA prolongue su tregua durante cuatro años, es decir, un siglo, porque cuatro años de silencio de las armas y los explosivos dan para casi todo. Retirado de su papel protagonista el ministro Mayor Oreja, a la espera él, como el PSOE, de que se quiebre o esfume el espíritu de Estella, el PP sigue dueño de su silencio y deja para el PSOE la esclavitud de las palabras. De momento el PP ha conseguido que se instale el imaginario de negociación con rebajas sin que aquellos tertulianos radiofónicos, antaño tan numantinos, se rasguen las cuerdas vocales. Ahora se trata de que el grupo de presión de las víctimas del terrorismo encuentre el tono para expresar su repugnancia por negociar, pero asumiendo que no hay otra salida. Practicamos una política de mercado y hay que conseguir que el consumidor acepte la negociación con espuma biodegradable, ni poca ni mucha para su colada. No hay políticos de mercado sin verdad y ética también de mercado, y de lo que se trata es de que política, verdad y ética encuentren un estuche para consensos masivos, es decir, para estadísticas y ventas masivas.

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