Cartas al director

¿Quién educa?

Día 8 de noviembre de 1998. Cuatro de la tarde. Unos profesionales de la radio comentan por antena su listeza matinal al salir del atasco con el viejo truco del pañuelo sacado por la ventanilla que les posibilita recorrer varios kilómetros por el arcén. Queda fuera de duda que tienen que realizar un trabajo dominical (cubrir un acontecimiento deportivo vespertino en el que es objetivamente previsible la goleada del equipo visitante). Esto desata las lenguas, y los cientos de automovilistas -resignados, domingueros-, pues... no tienen que trabajar.Sin pretender integrarme en la cultura de la qu...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Día 8 de noviembre de 1998. Cuatro de la tarde. Unos profesionales de la radio comentan por antena su listeza matinal al salir del atasco con el viejo truco del pañuelo sacado por la ventanilla que les posibilita recorrer varios kilómetros por el arcén. Queda fuera de duda que tienen que realizar un trabajo dominical (cubrir un acontecimiento deportivo vespertino en el que es objetivamente previsible la goleada del equipo visitante). Esto desata las lenguas, y los cientos de automovilistas -resignados, domingueros-, pues... no tienen que trabajar.Sin pretender integrarme en la cultura de la queja o de los nostálgicos, ¿no estaremos creando una sociedad donde los valores se van "dislocando", según la expresión de Amin Maaluf? Para salvarse, cada uno apela a sus valores más primarios; nos acercamos a nuestros orígenes, a lo más primigenio: "Diremos lo que nos dicta el corazón, no lo que deberíamos decir" (Shakespeare). ¿O es quizá el nuevo periodismo que comentaba J.L. Cebrián (20 de febrero de 1998), en el que "lo importante es que el guión funcione a las mil maravillas"?

"Para pagarme el pan, cada mañana/ voy al mercado donde compran mentiras./ Lleno de esperanza,/ me pongo a la cola de los vendedores" (Bertolt Brecht).-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En