Cartas al director

Lengua

La mañana del domingo pasado escuchaba en un programa radiofónico un debate sobre el actual empobrecimiento del lenguaje.Unos periodistas comentaban que se habían infiltrado en los ambientes de grupos de jóvenes para hacer un estudio sobre la forma de hablar de éstos, y sacaban en conclusión que, además de una serie de muletillas que usan sin ton ni son, las dos expresiones más repetidas eran: "¡Qué morro!" y "¿Cuánto te ha costao?".

Unas horas más tarde leí la columna de Manuel Vicent en EL PAÍS, donde el autor hace un elogio del castellano impecable, de las expresiones profundas y del...

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La mañana del domingo pasado escuchaba en un programa radiofónico un debate sobre el actual empobrecimiento del lenguaje.Unos periodistas comentaban que se habían infiltrado en los ambientes de grupos de jóvenes para hacer un estudio sobre la forma de hablar de éstos, y sacaban en conclusión que, además de una serie de muletillas que usan sin ton ni son, las dos expresiones más repetidas eran: "¡Qué morro!" y "¿Cuánto te ha costao?".

Unas horas más tarde leí la columna de Manuel Vicent en EL PAÍS, donde el autor hace un elogio del castellano impecable, de las expresiones profundas y del rigor del lenguaje que utiliza gente que él supone analfabeta, sumida en el dolor de la tragedia de Centroamérica, dignificando nuestro idioma.

Y yo me pregunto: ¿dónde han aprendido ellos y dónde o cómo hemos olvidado nosotros la grandeza de nuestra lengua?- . .

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