Reportaje:

Las pateras más desesperadas

El Estrecho de Gibraltar se ha estrechado más que nunca. A causa de la vigilancia policial, cientos de inmigrantes ilegales ya no pretenden atravesar en tres horas los 14 kilómetros que separan África de Europa por esa zona. Y se atreven con los 100 kilómetros de agua entre Marruecos y Fuerteventura, la isla más cercana. El viaje con un motor de 15 caballos suele durar unas 24 horas y el precio oscila entre las 80.000 pesetas y la propia vida en caso de naufragio.En 1995, sólo fueron apresadas tres pateras en Fuerteventura. En lo que va de año, ya van 45. Y el aluvión no cesa. Una vez esco...

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El Estrecho de Gibraltar se ha estrechado más que nunca. A causa de la vigilancia policial, cientos de inmigrantes ilegales ya no pretenden atravesar en tres horas los 14 kilómetros que separan África de Europa por esa zona. Y se atreven con los 100 kilómetros de agua entre Marruecos y Fuerteventura, la isla más cercana. El viaje con un motor de 15 caballos suele durar unas 24 horas y el precio oscila entre las 80.000 pesetas y la propia vida en caso de naufragio.En 1995, sólo fueron apresadas tres pateras en Fuerteventura. En lo que va de año, ya van 45. Y el aluvión no cesa. Una vez escondido el motor en la arena, la isla, de 43.000 habitantes, donde no dejan de aterrizar emigrantes andaluces y gallegos para trabajar, se convierte en una ratonera. Si les descubren desembarcando juran que son saharauis, que llegaron buscando la libertad, y piden asilo político. Todos mencionan la palabra libertad. Pero no convencen a nadie durante más de 72 horas. Y tras ese plazo, a casa.

La casa de Adnan, de 18 años, en el Aaiún, no es un palacio, pero sólo dos semanas durmiendo a cielo raso en Fuerteventura, bañándose con agua del mar y mendigando un plato de comida, le han hecho añorarla como si se tratase de la del rey Hassan.

Adnan vino creyendo que la realidad se parecía un poco a lo que veía desde Marruecos en los canales españoles. Ahora acaricia los motores confiscados en el centro de la Cruz Roja y diserta media hora sobre la potencia de cada uno. "Soy mecánico, si me devuelven este motor, que es con el que vine, mañana mismo me vuelvo a mi tierra". Pero no podrá regresar hasta el 20 de diciembre, fecha fijada por la policía. Otros amigos suyos parecen más dispuestos a pegar el salto hacia la península de cualquier manera, pero cuando se enteran de que allí, a estas alturas del año, sería muy duro dormir en la calle, se arrepienten o fingen que se arrepienten.

Mientras aguardan la hora del regreso, pasean y miran, hasta que, de nuevo, pasean y miran.

"Se está promoviendo el racismo en la isla", sostiene Juan Manuel León, presidente insular de la Cruz Roja. "Aquí siempre se hablaba de saharauis y marroquíes. Ahora son todos moros. Nunca hubo mendigos en las plazas y ahora se ven a 20 marroquíes pidiendo dinero en las estaciones de la guagua".

La alcaldesa socialista de Tuineje, Rita Díaz, lamenta también las agresiones que han sufrido algunos inmigrantes por parte de jóvenes ultras de su pueblo. Y confiesa que los vecinos telefonean alarmados al Ayuntamiento para quejarse de ciertos comportamientos. "Algunos marroquíes beben, y como no tienen costumbre, arman mucho escándalo. Otros orinan en medio de la calle a plena luz del día. Y aunque la mayoría sean discretos y trabajadores, siempre resaltan más los otros".

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Los inmigrantes silenciosos, los trabajadores, envían giros de unas 25.000 pesetas semanales desde las oficinas locales de correo a lugares tan alejados de Canarias como Casablanca o Rabat, según fuentes de Correos. Este dato indica que aunque la mayoría se declara saharaui sus orígenes pueden ser marroquíes.

Nadie engaña a nadie en una isla tan pequeña durante mucho tiempo. Ni los chavales marroquíes tampoco. Algunos llegan tan débiles y famélicos al centro de menores que durante varias semanas pasan por niños. Así se aseguran hasta los 18 años el techo, la comida y las clases de español. Pero el juez tarda menos de un mes en descubrir la edad. Algunos expulsados tenían 20 años, según denunciaron sus propios huesos en la prueba de calcificación.

La eclosión de inmigrantes ilegales a Fuerteventura comenzó en enero. Desde entonces hasta hoy han sido detenidos 305.

La policía de la isla piensa que una de las razones de esta avalancha ha podido deberse a que el Estrecho de Gibraltar se ha ido estrechando desde que en marzo de 1995 entrase en vigor el acuerdo de Schengen por el que se suprimen los controles interiores en las fronteras de la Unión Europea. Tan sólo en los siete primeros meses de este año fueron detenidos 2.807 inmigrantes ilegales en la zona del Estrecho y fueron encontrados 31 ahogados. En el resto de los puntos fronterizos, el rechazo de extranjeros en España ha pasado de 174.000 hace tres años a 400.000 el año pasado, según publicaba esta semana El Periódico de Catalunya.

Otra de las razones para explicar el aluvión tiene algo que ver con la Legión, según el subdelegado del Gobierno, Antoñio Peña, responsable de las fuerzas policiales. "La Legión se fue de aquí en 1995. Ese año sólo llegaron tres pateras; en 1994, sólo dos. Y en lo que va de año llevamos 41".

El comisario de Puerto del Rosario, Manuel Collado, guarda una explicación y una frase para aclarar el fenómeno. "África no cabe en África". Y algo sabe del asunto, porque llegó hace justo un año a Fuerteventura, procedente precisamente de la Línea de la Concepción, en la zona del Estrecho. "Parece que me traje las pateras conmigo".

En septiembre, su comisaría no cabía en la comisaría. "El mar estaba muy en calma y llegaron siete pateras. Tuvimos que soltar a unos 49 inmigrantes por falta de espacio, a pesar de que ese mismo mes expulsamos 120".

La consejera de Asuntos Sociales, Olivia Estévez, cree que no se puede levantar muros frente a sus vecinos, "porque por muy altos que sean seguirán saltándolos". "Se trata de apoyar más las subvenciones. En estas islas están muy de moda las ayudas a Cuba, porque detrás de cada subvención hay un viajecito al Caribe. Pero hay que mirar más hacia el desierto".

Todos los habitantes de la isla no se muestran tan solidarios como Olivia. Hay empresarios que les pagan 4.000 pesetas por jornal y los hay que pagan mucho menos. "Mientras los españoles cobran horas extras, los días festivos, y tienen derecho a sus vacaciones remuneradas, nosotros no", señala un marroquí que por razones obvias prefiere ocultar su nombre.

El año pasado los inspectores de Trabajo descubrieron a 185 inmigrantes ilegales contratados en Las Palmas, Fuerteventura y Lanzarote. Sus empresarios pagaron multas por un total de 92 millones de pesetas. En el primer semestre de este año se han descubierto 50 inmigrantes y las multas ascienden a 50 millones.

"Y eso que en estas estas islas, siempre se sabe el día y la hora en que llegan los inspectores", señala Olivia Estévez. "Sobre todo, porque llegan de Las Palmas, en Fuerteventura no hay inspectores".

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