Reportaje:

Política ficción en un búnker

Un filme de la televisión alemana modifica la historia reciente para provocar la III Guerra Mundial

¿Qué hubiera podido pasar si Mijaíl Gorbachov y sus proyectos democratizadores hubieran sucumbido a un compló del ala dura del comunismo soviético, cuando el líder soviético de la perestroika regresó a su país tras visitar la República Democrática Alemana en octubre de 1989? A esta pregunta intenta responder La Tercera Guerra Mundial, una película de ficción, que la ZDF, la segunda cadena de la televisión alemana, ha producido, usando una combinación de montaje de documentales y representación de actores. Como su nombre permite suponer, la película acaba mal, y la guerra fría se transform...

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¿Qué hubiera podido pasar si Mijaíl Gorbachov y sus proyectos democratizadores hubieran sucumbido a un compló del ala dura del comunismo soviético, cuando el líder soviético de la perestroika regresó a su país tras visitar la República Democrática Alemana en octubre de 1989? A esta pregunta intenta responder La Tercera Guerra Mundial, una película de ficción, que la ZDF, la segunda cadena de la televisión alemana, ha producido, usando una combinación de montaje de documentales y representación de actores. Como su nombre permite suponer, la película acaba mal, y la guerra fría se transforma en una guerra atómica por la obcecación ideológica del oficial que dirige el golpe de Estado, un supuesto general Vladímir Soschkin, que recuerda al antiguo ministro de Defensa, Dmitri Yazov, uno de los fallidos golpistas de agosto de 1991. En la ficción, Soschkin, que en la Segunda Guerra Mundial habría sido parte del contingente soviético que llegó a Berlín, no está dispuesto a permitir que el dirigente germano oriental Erich Honecker pierda el control de su país, caldeado por los aires de liberalización de la perestroika. La policía de Alemania Oriental mata a más de una veintena de personas al disparar contra los jóvenes que se manifestaban por la reunificación en el muro de Berlín, y a partir de ahí la situación internacional se va complicando cada vez más, hasta concluir con un ataque nuclear sobre la Casa Blanca en Washington, previa destrucción de media Europa.

Para que el escenario de catástrofe nuclear con la que culmina el filme fuera más verosímil, la ZDF organizó ayer una proyección sin precedentes en el búnker antiataque nuclear del Gobierno federal alemán en las afueras de Bonn e invitó a los periodistas a presenciar el acto. El búnker, que el fin de la guerra fría ha convertido en un objeto obsoleto, estaba destinado a albergar a los miembros del Gobierno y a todas las autoridades representativas del país en caso de un ataque nuclear. La instalación, que los alemanes comenzaron a construirse antes de la Primera Guerra Mundial como un túnel para poder invadir más rápidamente Francia, ha sido puesta a la venta por el Gobierno este año. En total, se trata de una superficie de 83.000 metros cuadrados y 19 kilómetros de pasillos, situada bajo una montaña, en un paisaje de viñas. El búnker llega a alcanzar una profundidad de 60 metros por debajo del nivel del suelo. Por encima de la sala de proyecciones, en la falda de la montaña, había 106 metros de tierra y hormigón. La entrada por la que penetramos en el búnker se parece a un transformador eléctrico y está en un entorno bucólico, en Marienthal, un pueblo lleno de terrazas donde en verano los turistas disfrutan de los vinos locales. En vagoneta, los visitantes fuimos dejando atrás las puertas blindadas de casi un metro de espesor que conectaban los tramos de un inmenso pasillo.

En la sala de proyecciones, los directivos de la ZDF se habían reunido para presentar la película, una coproducción alemano-norteamericana dirigida por Robert Stone que se estrenará el 1 de diciembre próximo y que ha sido calificada como de simulación histórica. Contando como asesores con el británico William MacMais, un antiguo oficial de la OTAN y Dmitri Trenin, un antiguo oficial soviético, Stone rebuscó tomas de combate y ejercicios militares en diversos archivos. Stone explicó ayer que, a veces, tuvo que mirar durante muchas horas antes de encontrar los cuadros que le interesaban para crear un simulacro de enfrentamiento entre las tropas del Pacto de Varsovia y de la OTAN en territorio centroeuropeo. Otros materiales que tratan de dar versosimilitud a la cinta son las declaraciones de los dirigentes internacionales de la época, que da la impresión de haber sido realizadas precisamente para una eventualidad tan catastrófica como la que describe la cinta de Stone. Éste ha sacado de su contexto frases y expresiones que fueron pronunciados en otros distintos -tales como el debate sobre la crisis del Golfo en el Consejo de Seguridad de la ONU- para encajarlas en la película. La Tercera Guerra Mundial se mueve en el campo de la ficción, pero asume algunos de los clichés de la guerra fría y tiene muchos puntos polémicos. Los soldados soviéticos son identificados como rusos y no se explica por qué en un imperio al borde del desmoronamiento los ordenadores de las instalaciones nucleares dan falsas alarmas, pero las unidades militares responden disciplinadamente a las demenciales órdenes de destrucción del general Soschkin.

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