EL CAOS DEL DOPAJE

Las boticas que antes ofrecían el fármaco ya lo tienen "agotado"

Un redactor de este periódico visitó ayer cinco farmacias en Madrid, una vez publicada ya la información -en EL PAÍS del domingo- que denunció la venta de EPO sin control en los 10 establecimientos donde él mismo la pidió sin identificarse como periodista. El informador solicitó de nuevo comprar Eprex, uno de los tres medicamentos que contienen eritropoyetina o EPO, el fármaco cuya mera posesión provocó detenciones de médicos y clicistas en el pasado Tour. El precio no pasa inadvertido: entre 14.400 y 140.000 pesetas según las dosis.

En dos de las farmacias, el mismo periodista habí...

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Un redactor de este periódico visitó ayer cinco farmacias en Madrid, una vez publicada ya la información -en EL PAÍS del domingo- que denunció la venta de EPO sin control en los 10 establecimientos donde él mismo la pidió sin identificarse como periodista. El informador solicitó de nuevo comprar Eprex, uno de los tres medicamentos que contienen eritropoyetina o EPO, el fármaco cuya mera posesión provocó detenciones de médicos y clicistas en el pasado Tour. El precio no pasa inadvertido: entre 14.400 y 140.000 pesetas según las dosis.

En dos de las farmacias, el mismo periodista había hecho un pedido la semana pasada, sin que los boticarios le advirtieran de la imposibilidad de su venta por tener el producto la calificación de "uso hospitalario"; en ambos casos, le habían dicho "no hay problema" tras consultar los datos del fármaco en un ordenador. Pero ahora, después de publicarse la información, ambos establecimientos dijeron que el producto estaba agotado en el almacén y que su venta está restringida a los hospitales previa receta. En las otras tres farmacias visitadas ayer, los boticarios explicaron que no tenían el producto pero que intentarían conseguirlo reclamándolo al almacén. Sólo en un establecimiento se advirtió de la necesidad de receta (erróneamente: ni siquiera con receta se puede expedir).

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La pasada semana, en el recorrido por las farmacias, se visitaron cuatro donde el periodista sí se identificó como tal. En todas ellas, a diferencia de las otras 10, se le explicó que no podían venderle libremente el fármaco.

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