Tribuna:

Espíritus

Abertzale is wonderful. Los partidos nacionalistas vascos han conseguido acotar un escenario electoral y ponerle puntos cardinales propios, acuciando el voto para las formaciones políticas vascas frente a las llamadas españolistas. Implícitamente el mensaje dice: si queremos la paz, votemos partidos vascos y, sobre todo, convirtamos a Euskal Herritarrok en el segundo más votado. Arzalluz lo ha dicho claramente: si se consigue será mucho más difícil el retorno de las armas. Sonaría a chantaje de no sonar a único mensaje práctico, lo sea o no, entre tanto mensaje metafísico. Las torpezas ...

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Abertzale is wonderful. Los partidos nacionalistas vascos han conseguido acotar un escenario electoral y ponerle puntos cardinales propios, acuciando el voto para las formaciones políticas vascas frente a las llamadas españolistas. Implícitamente el mensaje dice: si queremos la paz, votemos partidos vascos y, sobre todo, convirtamos a Euskal Herritarrok en el segundo más votado. Arzalluz lo ha dicho claramente: si se consigue será mucho más difícil el retorno de las armas. Sonaría a chantaje de no sonar a único mensaje práctico, lo sea o no, entre tanto mensaje metafísico. Las torpezas de populares y socialistas, declaración de Mérida incluida, ante la tregua de ETA y la evidencia de la coalición nacionalista centrífuga, ratifican la falsa impresión de que la paz está en manos de los vascos y no de los otros, un valor añadido determinante ante las expectativas creadas.Si la expectativa de paz pide votar abertzale, el miedo al derecho a la autodeterminación puede sacar del desván las abstenciones españolistas que tanto en Euskadi como en Cataluña cambian el panorama electoral autonómico con respecto a las legislativas. En cualquier caso, un test decisivo y la evidencia de que el día siguiente electoral será algo más que un día siguiente electoral porque el pacto autonómico de 1978 se ha convertido en un obsoleto camisón con ventanilla. Ni siquiera un resultado parecido al de las pasadas elecciones vascas querría decir lo mismo, porque el problema vasco no se soluciona aplicando una verdad y una política de mercado. A veces, democráticamente, hay que huir de la aplicación mecánica del tanto tienes tanto vales electoralmente. Independientemente de la cantidad de seguidores cuantificados es, será, imprescindible el encuentro entre los dos espíritus: el de Ermua y el de Irlanda.

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