Editorial:

Schröder en América

DESPUÉS DE París, el segundo desplazamiento del canciller electo de Alemania, Gerhard Schröder, ha sido a Washington, donde, de paso, le ha prestado un apoyo siempre útil al políticamente acosado presidente Clinton. Aunque Schröder no tomará hasta finales de octubre las riendas de Alemania, ya ha marcado muy rápidamente sus prioridades internacionales para evitar cualquier duda: después del eje franco-alemán, y, por tanto, de Europa, la relación transatlántica, y en particular el diálogo directo entre Bonn y Washington. Éstas no son sólo prioridades del futuro canciller y de su Partido Sociald...

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DESPUÉS DE París, el segundo desplazamiento del canciller electo de Alemania, Gerhard Schröder, ha sido a Washington, donde, de paso, le ha prestado un apoyo siempre útil al políticamente acosado presidente Clinton. Aunque Schröder no tomará hasta finales de octubre las riendas de Alemania, ya ha marcado muy rápidamente sus prioridades internacionales para evitar cualquier duda: después del eje franco-alemán, y, por tanto, de Europa, la relación transatlántica, y en particular el diálogo directo entre Bonn y Washington. Éstas no son sólo prioridades del futuro canciller y de su Partido Socialdemócrata (SPD), sino también las de Los Verdes, probables socios en la coalición de Gobierno. Pues es significativo que Schröder se haya hecho acompañar a Washington de un encorbatado Joschka Fischer, el líder ecologista considerado ya como el próximo ministro de Asuntos Exteriores, para darle así una capa de respetabilidad. Y, de paso, convencer al mundo y a EE UU de que Alemania seguirá siendo un socio fiable.Fischer, del ala realista o pragmática de su partido, ha efectuado un recorrido espectacular en los últimos años y se ha convertido no sólo en europeísta, sino también en defensor de la Alianza Atlántica que su partido quería abolir. ¿Le seguirá su formación, cuando la tarea de gobernar, incluso anticipadamente, le haga tener que tomar medidas poco populares? La respuesta a este interrogante no se va a demorar, pues Alemania está a punto de tomar la histórica decisión de participar o apoyar un ataque de la OTAN en Serbia. Mientras la posición de Schröder y su apoyo a Clinton han quedado meridianamente claros, Fisher no ha aclarado aún con precisión su actitud.

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