Cartas al director

El cuento de nunca acabar

Érase una vez un país en el que era mucho más importante el fútbol que la educación. Un país en el que se permitía que los estudiantes durmieran a la intemperie para matricularse, cosa que "no era para tanto". El equipo de fútbol de España había defraudado a todos los ciudadanos, y eso sí que era grave.Éranse casi tres mil estudiantes -entre ellos, una servidora- apiñados cual comuna hippy, la mayoría de ellos con apuntes en las rodillas para los exámenes del día siguiente.

Érase una ministra que hacía oídos sordos, pues todo seguía igual. Éranse una organización desastrosa y un problem...

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Érase una vez un país en el que era mucho más importante el fútbol que la educación. Un país en el que se permitía que los estudiantes durmieran a la intemperie para matricularse, cosa que "no era para tanto". El equipo de fútbol de España había defraudado a todos los ciudadanos, y eso sí que era grave.Éranse casi tres mil estudiantes -entre ellos, una servidora- apiñados cual comuna hippy, la mayoría de ellos con apuntes en las rodillas para los exámenes del día siguiente.

Érase una ministra que hacía oídos sordos, pues todo seguía igual. Éranse una organización desastrosa y un problema gordo sin aparente solución. Érase un maravilloso plan, nuevo, con el que los alumnos -amagos de superman- necesitaban un día de, por lo menos, treinta horas.

Érase un ministerio que permitía todo esto, un Gobierno que permitía todo esto. Érase una vez un país desarrollado que iba bien, pero que muy bien...

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Y colorín colorado, este cuento ¿se ha acabado?-

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