Restos de semen exculpan a los dos niños "asesinos" de Chicago

Los forenses reabren un caso resuelto

El informe de los forenses ha dado la vuelta al caso de los dos niños de Chicago de 7 y 8 años que se confesaron autores de la muerte de una niña de 11 hace un mes: la autopsia ha permitido encontrar restos de semen en los órganos genitales de la pequeña Ryan Harris. Todos los expertos creen prácticamente imposible que niños de esas edades sean biológicamente capaces de producir semen. Nada más conocerse el informe forense, el fiscal del caso retiró los cargos.

La policía investiga de nuevo ahora un caso que daba por cerrado con la confesión de los dos menores; los investigadores inclus...

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El informe de los forenses ha dado la vuelta al caso de los dos niños de Chicago de 7 y 8 años que se confesaron autores de la muerte de una niña de 11 hace un mes: la autopsia ha permitido encontrar restos de semen en los órganos genitales de la pequeña Ryan Harris. Todos los expertos creen prácticamente imposible que niños de esas edades sean biológicamente capaces de producir semen. Nada más conocerse el informe forense, el fiscal del caso retiró los cargos.

La policía investiga de nuevo ahora un caso que daba por cerrado con la confesión de los dos menores; los investigadores incluso habían establecido como móvil del crimen el robo de la bicicleta, azul y prestada, en la que iba montada la niña el pasado 27 de julio, cuando desapareció. Es posible que ambos encontrasen el cuerpo de la niña y que la mezcla de nervios y miedo les hiciera inventarse o enredar una historia que no supieron explicar.La autopsia ha confirmado también que la niña quedó inconsciente por un golpe en la cabeza con una piedra; posteriormente fue violada y, después, asfixiada con su propia ropa interior. Uno de los abogados de los niños ha dicho que el auténtico asesino debe ser un "monstruo pederasta".

Los hechos despertaron de nuevo el debate sobre la violencia entre niños de tan corta edad, después de un año repleto de sucesos trágicos en Estados Unidos protagonizados por niños que no habían llegado a la adolescencia. Cuando los menores fueron detenidos y acusados del crimen por la policía, un equipo de psicólogos les realizó un examen extenso para determinar el grado de conocimiento que éstos tenían del crimen que supuestamente habían cometido. Durante la vista oral dos psicólogos declararon ante el juez que ninguno de los niños representaba una amenaza para nadie, y que por tanto debían volver a casa.

El fiscal se opuso a la medida y pidió que fueran retenidos hasta que se practicaran más pruebas psicológicas que estaban todavía pendientes. El juez de Chicago encargado del caso decidió enviar a ambos temporalmente a sus domicilios y se mostró públicamente abrumado por el caso.

A los niños se les colocó en la muñeca un sistema electrónico de seguimiento -adaptado para que no se saliera de unas muñecas tan pequeñas- para garantizar que en ningún caso saldrían de sus casas. Días después el magistrado decidió retirárles los brazaletes y cambiarlos por un arresto domiciliario.

La víctima, Ryan Harris, desapareció el 27 de julio y su cadáver fue hallado el día siguiente en un descampado del barrio. La versión policial afirmó desde el principio que la niña había muerto por asfixia. Según esta primera versión, los supuestos criminales, ahora libres de toda sospecha, habían golpeado a la niña en la cabeza con un ladrillo, abusado sexualmente de ella y luego se habían ido a sus casas, llevándose la bicicleta. De acuerdo con la acusación que llevó al encausamiento de los menores el 10 de agosto, después del supuesto ataque el niño de 7 años se había ido a pasear con su perro, y el de 8 se fue a ver dibujos animados en la televisión. La posibilidad de que fueran declarados culpables originó también un debate sobre su futuro: ni siquiera podrían haber sido admitidos en centros de menores porque éstos sólo aceptan a niños mayores de 10 años, mucho menos juzgados como adultos, ya que las leyes de Illinois sitúan la edad mínima para esto en 13 años.

La vista oral se celebró en agosto. Allí, los abogados de los niños habían pedido que se anulasen las declaraciones que ambos hicieron a la policía, dado que los padres no estaban presentes en el interrogatorio, contra lo que establece la ley. En un momento de la vista, uno de los letrados puso de pie en el banquillo al acusado de ocho años y midió su estatura en presencia del juez: 1,28 metros. "Cualquier idiota puede ver que estos niños no lo hicieron", afirmó.

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