Verano 98EL MÉDICO EN CASA

Comer golosinas perjudica la salud

Más del 70% de los andaluces se consideran consumidores de golosinas. De éstos, al menos un 30% reconoce haber tenido problemas de caries o abdominales, en algún momento de su vida, a causa del consumo desordenado de estos productos. Las razones para un gasto tan absurdo y disparatado (más de 50.000 millones de pesetas al año en Andalucía) son muy variadas, y van desde las socioculturales, a las psicológicas. En conjunto, las mujeres andaluzas son más golosas que los hombres y, por grupos de edad, los niños entre 10 y 14 años, y los adultos entre 35 y 55, son los principales adictos a las chuc...

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Más del 70% de los andaluces se consideran consumidores de golosinas. De éstos, al menos un 30% reconoce haber tenido problemas de caries o abdominales, en algún momento de su vida, a causa del consumo desordenado de estos productos. Las razones para un gasto tan absurdo y disparatado (más de 50.000 millones de pesetas al año en Andalucía) son muy variadas, y van desde las socioculturales, a las psicológicas. En conjunto, las mujeres andaluzas son más golosas que los hombres y, por grupos de edad, los niños entre 10 y 14 años, y los adultos entre 35 y 55, son los principales adictos a las chucherías. En definitiva, es muy importante aprender a consumir estos productos. Abusar de ellos provoca desarreglos alimentarios que nos perjudican. Tomándolos a deshora se pierde el apetito; y, con tanto desorden, los hábitos que se adquieren -poco recomendables- afectarán algún día nuestra salud. ¿Quién no conoce el picoteo compulsivo; ese no poder dejar de picar mientras se ve la televisión? Utilizar las golosinas como premio debería estar prohibido; tampoco es muy recomendable que se empleen como señuelo o compensación; ni es pedagógico, ni sirve para que los niños mejoren en su comportamiento. E igualmente ocurre cuando se pretende dar consuelo con ellas: ¿Sirve de algo ofrecerle un caramelo a un niño después de haber cumplido con su obligación de acudir al médico? Luego están la golosinas para premiarse a uno mismo (aquellas que nos regalamos cuando vamos al cine); y están las que nos sirven de complemento (con leche, o en el postre); y las que empleamos como sustitutivas de los alimentos (problema realmente grave en los niños de hoy); y las golosinas terapéuticas (para aliviar la tos de garganta, para dejar de fumar), y las que van muy bien contra el aburrimiento... Y, quizá por esto, están tan bien consideradas entre los andaluces (son el remedio para todos sus males); aunque luego, resulta que les perjudican la salud.

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