El "¡Hola!" de los dioses

RETRATOSA quien se le diga el título como posible lectura veraniega, se lo tomará como una afrenta o una tomadura de pelo: Los relatos castellanos en las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. Erudición y Tradiciones populares, edición a cargo de la filóloga Dolores González Gil (Aracena, 54 años). Si el hipotético lector se detiene en los títulos de algunas de las 25 Cantigas, seguramente cambiará de opinión: La Abadesa encinta, Rosa de las Rosas, Los judíos de Toledo, El ladrón salvado de la horca, La viuda incestuosa. "Estoy aplastada por el Códice desde hace 30 años", dice mientras...

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RETRATOSA quien se le diga el título como posible lectura veraniega, se lo tomará como una afrenta o una tomadura de pelo: Los relatos castellanos en las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. Erudición y Tradiciones populares, edición a cargo de la filóloga Dolores González Gil (Aracena, 54 años). Si el hipotético lector se detiene en los títulos de algunas de las 25 Cantigas, seguramente cambiará de opinión: La Abadesa encinta, Rosa de las Rosas, Los judíos de Toledo, El ladrón salvado de la horca, La viuda incestuosa. "Estoy aplastada por el Códice desde hace 30 años", dice mientras prepara el equipaje para pasar unos días de vacaciones en Túnez. Ni siquiera allí descansará su ánimo investigador. Primero, porque se bañará en las playas de Yerba y Cartago con colegas de la Universidad de Cerdeña; segundo, porque aprovechará la viveza de las tradiciones orales tunecinas para encontrar allí ecos de La niña de los ojos negros, una historia que ya aparece en García Lorca y mucho antes en Antonio Machado y Álvarez, Demófilo. Su historia personal con el Códice es un círculo concéntrico que empieza y termina en El Escorial. Los curas del monasterio le pusieron todo tipo de pegas en mayo de 1969. "Decían que yo no era Menéndez Pidal". Tres décadas después, en julio de 1998, volvió a los cursos de verano de El Escorial con el Códice bajo el brazo. "Mi secretaria lo llama el ¡Hola! de los dioses". Estaba ante el primer caso de ficción escrita en castellano. "No eran milagros, no era Berceo. A Berceo se le perdona que fuera tan pelmazo, tan clérigo, tan predicador, porque era una maravilla escribiendo. La frescura de la prosa del Rey no se puede comparar con nada". Aprovechó su afición al ajedrez y a las matemáticas para pasar argumentos y personajes por un sistema de ecuaciones de segundo grado y reflejarlos gráficamente en un eje de abcisas y ordenadas. "Estamos en las bisagras y penumbras donde se juntan la prehistoria y la historia de la literatura, pero sin datos eso era verborrea de poeta". Desmenuza el caso de la abadesa encinta, planteado "como los juicios de las películas americanas". "El Rey no era idiota, la Virgen tampoco y los hombres medievales menos". "Se exagera la culpa para que quede patente la capacidad de misericordia y perdón de la Virgen; era como un concurso de pecados". Ha sido invitada en octubre para debatir en la Universidad de Austin los problemas lingüísticos de los chicanos. "Nadie sabe quién inventó el lenguaje". Autora de literatura infantil, estudia la disglosia de los andaluces. "Lo comparo siempre con el piamontés, no con el vascuence, el catalán o el gallego, porque eso determina un larvado sesgo político. El discurso didáctico y científico es mucho más avanzado que el político porque lo que haya que decir se dice". Y lo dice muy claro. "Existe una estrechez que te hace hablar fino o no te deja cecear o sesear; un modelo coercitivo que no es ni siquiera el de la Academia, sino el de un superego, una exigencia social de lo políticamente correcto. Una censura dirigista que se quiere apoyar en la ciencia para ejercer una presión en todos los hablantes y clases sociales; presión más acusada en Andalucía por la anomia y la falta de autoestima, con lo que se juntan el hambre con las ganas de comer".

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