El incierto futuro de Cascos desata en el PP un debate sobre el partido que quiere Aznar

El incierto futuro político del vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, que ha confirmado su intención de dejar en el próximo congreso del PP la secretaría general del partido, ha excitado las especulaciones sobre sus funciones en el Ejecutivo, sobre el perfil de su sustituto y sobre el tono de "centro liberal" a imprimir a esta formación para ganar las próximas elecciones. Cascos pretende seguir en el Gobierno, pero su imagen de derecha dura choca con el objetivo de Aznar de que se visualice ya desde septiembre el nuevo giro del PP.

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El incierto futuro político del vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, que ha confirmado su intención de dejar en el próximo congreso del PP la secretaría general del partido, ha excitado las especulaciones sobre sus funciones en el Ejecutivo, sobre el perfil de su sustituto y sobre el tono de "centro liberal" a imprimir a esta formación para ganar las próximas elecciones. Cascos pretende seguir en el Gobierno, pero su imagen de derecha dura choca con el objetivo de Aznar de que se visualice ya desde septiembre el nuevo giro del PP.

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Fuentes de la vicepresidencia primera del Gobierno han desmentido la información publicada ayer por El Periódico de Catalunya, que apuntaba la supuesta amenaza de Cascos a José María Aznar de irse del Ejecutivo si el presidente insistía en una presunta pretensión de apartarle del primer plano de la escena pública ante la nueva etapa de moderación que Aznar quiere insuflar al PP para afrontar la recta final de la legislatura.Cascos se encontraba ayer de vacaciones. Desde su gabinete, sin embargo, se insistía en su mensaje de las últimas semanas. Es decir, que el vicepresidente mantiene su intención de dejar la secretaría general del PP en el congreso que convocará este partido probablemente en febrero, porque cree que ya ha cumplido con esa etapa, pero desea seguir con Aznar como vicepresidente político del Ejecutivo.

Hace algo más de un año, cuando Cascos avanzó en una entrevista que tras 10 años en la secretaría general del PP ésta precisaba de una renovación, también adelantó cuánto tiempo pensaba aguantar en el Ejecutivo: "En el Gobierno estaré lo que quiera el presidente que esté con él". Ningún dirigente del Ejecutivo o del PP contactado por este periódico aprecia indicios de que Aznar ya no quiera disponer en el nuevo curso de la colaboración de Cascos en el gabinete. Al contrario.

El propio presidente del Gobierno ratificó en su último viaje oficial, en Turquía, tras el cese de Miguel Ángel Rodríguez como secretario de Estado de Comunicación y portavoz del Gobierno, que no piensa introducir ningún nuevo cambio en su gabinete y sí "cambios en la política" y en el partido. Esos cambios, según diversas fuentes gubernamentales, consistirían más que en nuevas caras en una disposición a abrir al PP a todos los sectores sociales del centro ideológico con la finalidad de sumar los dos millones de votos que le faltan al PP para ganar las próximas elecciones con mayoría.

El cese del anterior portavoz y el nombramiento del nuevo, el ministro Josep Piqué, son puntales de esta estrategia. Aznar está satisfecho de cómo ha reaccionado la opinión pública y la sociedad a la destitución de Miguel Ángel Rodríguez y a su relevo por Piqué. El ministro catalán, además, está llamado a desempeñar un papel importante en el nuevo periodo político. Hay dirigentes del PP que le sitúan incluso en cargos de relevancia internos, aunque Piqué sigue sin militar en el partido. Aznar está tan satisfecho con él que se cree con poder de disuasión suficiente como para convencerle de que renuncie a su intención de dejar la política al final de la legislatura.

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Con estas previsiones trabajan tanto en la dirección del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados como en la sede central del Partido Popular.Fuentes del PP apuntaban ayer además que Cascos siempre ha sido "muy fiel y disciplinado" a Aznar y que difícilmente podría haberle amenazado con marcharse de La Moncloa si se le relegase en la nueva estrategia política que quiere el presidente del Gobierno.

En cualquier caso, ante una decisión que depende exclusivamente de los designios de Aznar, nadie se atreve en el PP a asegurar nada al cien por cien.

¿Qué PP es ése al que Aznar quiere dar un giro más hacia el centro?, ¿Quién debe encauzarlo? ¿Cuáles serán las funciones de Cascos en el Gobierno como vicepresidente primero y político si pierde las competencias de control y coordinación con el PP? Hay pocas respuestas fiables a estas preguntas.

Ni el propio Cascos supo justificar cuál sería su tarea tras adelantar su renuncia a la secretaría general del PP: "No lo sé, no tengo ni la menor idea. El que crea que ha llegado el momento del relevo no significa que me distancie del proyecto ni del partido, sino todo lo contrario. Llegará un momento en el que en el esquema del partido yo pueda ocupar, si alguien lo considera útil, otras responsabilidades y poner a su disposición mis experiencias".

Esta frase puede entenderse como su interés por acceder a una vicepresidencia del partido, puesto que ahora no existe y que Aznar se ha mostrado siempre reacio a crear. No parece que la estructura del PP vaya a variar tampoco en esta ocasión en esa línea. Sí en otras. Por ejemplo, con respecto al papel desempeñado en el partido por los tres actuales vicesecretarios. Tanto el vicepresidente segundo del Gobierno, Rodrigo Rato, como el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y el de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, son ahora vicesecretarios del PP. Pero no ejercen. Hay muchos dirigentes, territoriales y de segundo nivel del PP, que echan en falta ese despliegue. El propio Aznar también. En una reunión reciente de la cúpula del Gobierno y del PP, el presidente instó a los tres vicesecretarios a dejar sentir su peso interno en el partido y a cumplir en esa faceta con sus funciones.

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