Tribuna:

¿Quién paga Brasil?

La privatización completa de Telefónica fue uno de los principales logros que se atribuyó el actual Gobierno, sobre las bases de una creencia engañosa de que privatizar es equivalente a liberalizar y de que con ello se iba a conseguir un funcionamiento eficiente del sector y una disminución de precios. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo que desde siempre venimos diciendo la mayor parte de los economistas, que un monopolio privado es uno de los mayores errores del mercado. En realidad, no sólo no se ha mejorado la eficiencia de Telefónica sino que hemos entrado en un uso perverso de la ...

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La privatización completa de Telefónica fue uno de los principales logros que se atribuyó el actual Gobierno, sobre las bases de una creencia engañosa de que privatizar es equivalente a liberalizar y de que con ello se iba a conseguir un funcionamiento eficiente del sector y una disminución de precios. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo que desde siempre venimos diciendo la mayor parte de los economistas, que un monopolio privado es uno de los mayores errores del mercado. En realidad, no sólo no se ha mejorado la eficiencia de Telefónica sino que hemos entrado en un uso perverso de la misma por parte del Gobierno. En función a un acuerdo, éste aumenta artificialmente los beneficios del monopolio vía precios regulados, a cambio de que Telefónica se dedique a realizar determinadas labores que el Ejecutivo no puede hacer directamente. En concreto, Telefónica ha sido un instrumento de la guerra mediática encaminada a controlar la mayor parte de las televisiones y a silenciar los medios no afines al PP, y evidentemente eso no puede ser gratis. De hecho, como en esta vida todo son panes pagados, tras dos años de Gobierno del PP y de utilización de Telefónica, se acaba de producir el mayor incremento de precios de la telefonía fija desde hace años. Incremento que no cuadra para nada con la política anti inflacionista que pregona el ministro de Economía y el Banco de España, y mucho menos con la austeridad salarial que siempre se pide a los trabajadores. Y eso porque, además de que hay que garantizar a los accionistas de Telefónica unos grandes dividendos, hay que sacar el dinero necesario para pagar las aventuras brasileñas (casi un billón de pesetas). En definitiva, se suben las llamadas locales y con el dinero que se obtiene Telefónica paga las inversiones en Brasil, con lo que la cuenta es redonda, ya que los accionistas no tienen que poner casi nada y, sin embargo, el valor de sus acciones se multiplica. Eso sí, a cambio hay que controlar las televisiones para que el Gobierno tenga buena imagen. Buen negocio éste de la privatización que permite ganar dinero sin arriesgar y controlar los medios de comunicación sin intervenirlos.LUIS ÁNGEL HIERRO

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