Tribuna:

PER

Los pueblos andaluces, desde hace algunos años, han dejado de alimentar los tópicos de la miseria y el analfabetismo. Quince años para ser exactos. Puestos a buscar soluciones que acabaran con la miseria, y tras algunos otros ensayos, se estableció el Plan de Empleo Rural (PER). Las cinematográficas y literarias imágenes de la Andalucía del hambre empezaban a ser cosa del pasado. Seguramente, como consecuencia del reconocimiento, en los pueblos andaluces el voto a los socialistas, artífices del cambio cierto y reconocido en el medio rural, se ha mantenido con fidelidad provocadora. Los provoca...

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Los pueblos andaluces, desde hace algunos años, han dejado de alimentar los tópicos de la miseria y el analfabetismo. Quince años para ser exactos. Puestos a buscar soluciones que acabaran con la miseria, y tras algunos otros ensayos, se estableció el Plan de Empleo Rural (PER). Las cinematográficas y literarias imágenes de la Andalucía del hambre empezaban a ser cosa del pasado. Seguramente, como consecuencia del reconocimiento, en los pueblos andaluces el voto a los socialistas, artífices del cambio cierto y reconocido en el medio rural, se ha mantenido con fidelidad provocadora. Los provocados lograron hacer crecer la teoría del "voto cautivo", ofensiva no sólo para los votantes del PSOE en los pueblos, sino para todos los andaluces inteligentes que tenían que soportar argumentos zafios y simplistas tras cada nueva convocatoria electoral en la que volvían a ganar los socialistas. Pero el PER está en horas bajas. El ministro Arenas quiere acabar con él. Propone su desaparición y la creación del Desempleo Contributivo para toda España. Lo negocia con los sindicatos, y en la Junta de Andalucía se ha abierto un frente crítico. Teme el partido que creó el PER que al final todo se reduzca a introducir en las zonas rurales la política de "liberalización salvaje" que el PP practica. Así lo afirma el PSOE. Los sindicatos negocian con el Gobierno y no aceptan las críticas de la Junta. En la búsqueda de soluciones a los problemas, o de mejora de las soluciones existentes, todo es posible, y negociar es la mejor manera de conseguirlo. En este caso también. Sin embargo, hay algo excesivo en la negativa de los sindicatos a aceptar a la Junta en la mesa de negociación. Si CASA, o cualquier otra empresa pública amenazada por la política industrial del Gobierno del PP, necesitan, según piden los sindicatos, el auxilio de la Junta de Andalucía, no es fácil entender que la reforma del PER quieran los sindicatos hacerla con el Gobierno del PP sin el auxilio de la Junta, es decir, sin su intervención en la mesa de negociación, donde se está tratando de la vida de los pueblos andaluces que la política de los gobiernos socialistas ayudó a mejorar.

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