El suave erotismo del artista belga Paul Delvaux se presenta en una exposición en La Pedrera

Mujeres desnudas de formas generosas y expresión ausente pueblan gran parte de los cuadros de Paul Delvaux (Bélgica, 1897-1994) , artista que ha sido clasificado como surrealista, si bien nunca militó en este movimiento. Junto a estas ninfas, Venus o cortesanas, que Delvaux solía situar en bosques o en arquitecturas clásicas, el artista también abundó en el tema de los esqueletos, las estaciones de trenes y la reunión de sabios. Hasta el 30 de agosto, la sala de exposiciones de la Fundación Caixa de Catalunya, en La Pedrera, presenta una pequeña retrospectiva de su obra.

"Naturalmente, ...

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Mujeres desnudas de formas generosas y expresión ausente pueblan gran parte de los cuadros de Paul Delvaux (Bélgica, 1897-1994) , artista que ha sido clasificado como surrealista, si bien nunca militó en este movimiento. Junto a estas ninfas, Venus o cortesanas, que Delvaux solía situar en bosques o en arquitecturas clásicas, el artista también abundó en el tema de los esqueletos, las estaciones de trenes y la reunión de sabios. Hasta el 30 de agosto, la sala de exposiciones de la Fundación Caixa de Catalunya, en La Pedrera, presenta una pequeña retrospectiva de su obra.

"Naturalmente, hay erotismo. Sin erotismo, la pintura para mí sería imposible. En concreto, la pintura del desnudo. Un desnudo es erótico incluso cuando es indiferente o frío. ¿Qué otra cosa podría ser si no?". Paul Delvaux, que tuvo una vida muy longeva, se explicaba así en una serie de diálogos que mantuvo en 1971 con Jacques Meuris. También contaba allí su desdén por las historias o por cualquier visión piscológica o simbólica de su obra. "No siento la necesidad de una explicación concreta de lo que hago ni preciso apoyar biográficamente a unos personajes cuya sola finalidad es, evidentemente, el cuadro. Estas figuras no tienen historia: sólo son. Es más, no poseen expresión en sí mismas". Efectivamente, la mayoría de los personajes que aparecen en su pintura -figurativa y aparentemente narrrativa- no tienen expresión pese al realismo de sus cuerpos y de su entorno. Él se definía asimismo como poeta antes que como pintor y sus raíces, según el especialista Jacques Sojcher, pueden buscarse casi más en el manierismo que en el surrealismo. Con todo, este último movimiento le descubrió la libertad de creación sin las ataduras de tener que plasmar la realidad inmediata. Según contaba Delvaux, le influyeron tanto las pinturas de De Chirico y Magritte -compatriota que nunca le consideró un auténtico surrealista y que le puso el mote de Delboeuf o Delvache (Delbuey o Delavaca)- como la visita al Gran Museo Anatómico Etnológico del Dr. P. Spitzner, una barraca de curiosidades de feria en la que se exhibía una muñeca, a modo de Venus dormida, que respiraba de forma mecánica. La exposición reúne 31 pinturas realizadas entre los años 1923 y 1974 procedentes de diversas colecciones particulares y museos de toda Europa. El recorrido permite apreciar la evolución de Delvaux desde sus inicios, de influencia expresionista, hasta que alcanzó su peculiar estilo pictórico de corte onírico, en el que suele recurrir casi siempre a los mismos temas. La exposición es una producción de la Fundación Juan March, en cuya sede madrileña se presentó entre marzo y junio.

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