Cartas al director

Los maestros

En la carta que le publicó EL PAÍS (de 2 de junio) a doña Ana María Gracia Escobar quiere argumentar la mala consideración social que el maestro tiene en nuestra sociedad y acaba pidiendo una mejor calidad en la enseñanza y un cuerpo único de profesores (que ya lo pedíamos en los años setenta, con especial ahínco por los sindicatos de clase y muchos ejecutivos actuales de la Administración) para llegar a ese benéfico estado de «calidad». Pero para llegar a tan paradisiaco estado en la educación, previamente a los maestros que «optaron» (¿cómo fue esa elección? ¿Quizá por oposición?, ¿quizá por...

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En la carta que le publicó EL PAÍS (de 2 de junio) a doña Ana María Gracia Escobar quiere argumentar la mala consideración social que el maestro tiene en nuestra sociedad y acaba pidiendo una mejor calidad en la enseñanza y un cuerpo único de profesores (que ya lo pedíamos en los años setenta, con especial ahínco por los sindicatos de clase y muchos ejecutivos actuales de la Administración) para llegar a ese benéfico estado de «calidad». Pero para llegar a tan paradisiaco estado en la educación, previamente a los maestros que «optaron» (¿cómo fue esa elección? ¿Quizá por oposición?, ¿quizá por concurso?) al ciclo primero de la enseñanza secundaria obligatoria (ESO) y que se incorporaron a los institutos para impartirlo, debe también concedérseles el derecho a ser jefes de departamento, ocupar cargos (que lo pueden) en el centro, iguales salarios, etcétera, considerando que muchos de ellos (aunque no necesariamente por ley) son licenciados.Todo muy bien. Pero podían, para no sentirse «marginados» de sus compañeros de secundaria, haber «optado», primero, por una licenciatura (porque todos los que se han incorporado e incorporarán en los institutos no son licenciados) y, después de obtener la licenciatura, «optar» por opositar a una plaza de profesor de enseñanza secundaria; y, después de «optar» por la oposición y conseguirla (puede preguntar a los miles de opositores su dificultad), llevar, como mínimo, ocho años en el cuerpo de profesores de enseñanza secundaria y, ya, empezar a «optar», de nuevo, por concurso-oposición, a la condición de catedrático, y entonces, puede ser -si no hay más en el departamento- jefe de departamento, porque los profesores que no tengan la «condición» no pueden serlo si hubiese «condicionados».

Y yo me pregunto: ¿por qué los ATS -eso sí, por el bien de la sanidad- no «optan» a diagnosticar, prescribir tratamientos y a ocupar las jefaturas de las especialidades en los hospitales o a ejercer la medicina en los pueblos en donde los médicos son interinos en sus plazas y ellos titulares?

Por un cuerpo único, pero también -antes- por una única manera de acceso a la docencia, con igual titulación y sin conculcar derechos como se ha hecho con los antiguos profesores de bachillerato.-

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