Dos rojos bien rojos

El escritor Francisco Umbral presenta en la Feria del Libro 'Hijo del siglo?, memoria de Eduardo Haro Tecglen

La carpa central de la Feria del Libro de Madrid vivió ayer un espectáculo singular. Dos de los escritores de periódicos de mayor nombradía, conocidos por su criticismo, acudían al Retiro a debatir y a presentar ante el público la obra de uno de ellos. Eduardo Haro Tecglen, madrileño de 74 años, alto, de mirada despierta, porte refinado y talante caprichosamente rebelde, se mostraba juvenil y risueño ante el estreno de Hijo del siglo, su último libro . Su presentador, Francisco Umbral, vallisoletano de 63, elevada estatura, cabellera blanca, voz grave y timidez temeraria, comparecía a la l...

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La carpa central de la Feria del Libro de Madrid vivió ayer un espectáculo singular. Dos de los escritores de periódicos de mayor nombradía, conocidos por su criticismo, acudían al Retiro a debatir y a presentar ante el público la obra de uno de ellos. Eduardo Haro Tecglen, madrileño de 74 años, alto, de mirada despierta, porte refinado y talante caprichosamente rebelde, se mostraba juvenil y risueño ante el estreno de Hijo del siglo, su último libro . Su presentador, Francisco Umbral, vallisoletano de 63, elevada estatura, cabellera blanca, voz grave y timidez temeraria, comparecía a la lid con desenvoltura.Ambos han cosechado famas de bestias negras en círculos inmovilistas por su enfrentamiento contra el convencionalismo político, social o estético al que, a diario, desde sus columnas periodísticas de las páginas de EL PAÍS y de El Mundo, fustigan implacablemente. Amén de otras derivas, desde sus espacios periodísticos crean lenguaje, pensamiento y, a veces, belleza. En todo caso, polémica. Son percibidos como izquierdistas, republicanos y marxianos, así se declaran a grandes rasgos ellos, y forman parte del paisaje literario y periodístico de la ciudad.

Tal vez por ello, decenas de personas aguardaban desde la media tarde de ayer a los dos escritores, con el deseo de presenciar dentro de la carpa ferial ora cómo se despellejaban mutuamente sea cómo, de consuno, ambos despellejaban a algún tercero o a alguna que otra institución. Pocos imaginaban cuál sería el curso del debate.

El combate se anunciaba apetecible, ya que el libro presentado brindaba la ocasión de dar un repaso, desde la crítica, a la prolongada historia intelectual, política y periodística vivida por Haro Tecglen, uno de los periodistas más críticos e influyentes contra el franquismo, desde las páginas de la revista Triunfo, editada en Madrid. Su producción escrita ya es un fragmento significativo de la historia de España, como reconoció el editor Juan Cruz, en la presentación previa.

La trayectoria vital de Haro Tecglen cruza desde su natal Pozuelo de Alarcón, el Chamberí profundo, el Madrid de la calle de San Roque-donde trabajó en el diario Informaciones- hasta París, allí corresponsal algunos años, y la africana Tánger, en los años sesenta la ciudad más libre del mundo, reconoce, donde regentó el diario local.

Francisco Umbral glosó el libro Hijo del siglo (EL PAÍS-AGUILAR, 2.500 pesetas) como expresión de prosa literaria, eléctrica y urgente, señalada por una fragmentación que asegura haber hallado en autores tan lejanos como Heráclito y Derrida, en Corpus Barga y en Cèline, "pero sin su histeria", según dijo. Para Umbral, "Eduardo Haro Tecglen no se ha sometido al discurso de la memoria", sino que ha brindado una nueva manera y una técnica de narrar el pasado, "a base de un juego de simultaneidades y de fragmentaciones donde su habitual tendencia al análisis, a la teoría y al ensayo da paso a la anécdota y a la iluminación", que el glosador vincula al poeta francés Arturo Rimbaud.

Francisco Umbral. ¿Por qué no nos hablas de los momentos políticamente más comprometidos de tu carrera?

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Haro Tecglen. Hombre, uno de los más delicados fue cuando aquí Juan Cruz, en nombre del director de EL PAÍS, me pidió que escribiera la crónica de televisión. Umbral. ¿Qué pensaste?

Haro. Que mi carrera había terminado... (el público ríe). Luego vi que por la televisión, que es un vehículo, pasan las cosas y la vida y que había que contarlas.... ¡Ah! Otro momento fue cuando después de la etapa de la revista Triunfo pudimos por fin decir: hemos ganado. Y aquel "hemos ganado" significó en la práctica hemos perdido, porque la amnistía de publicaciones prohibidas no nos alcanzó (el público ríe).

Umbral. En tu libro hablas tanto de África, de Tánger, que debieras haber llamado al libro "Memorias de África".

Haro. Ya. Es un fallo editorial.

Juan Cruz. Quizá mejor hubiera sido titularlo Madrid-París-Tánger...

Umbral. ¿Por qué hablas tanto de África?

Haro. Porque es un continente maravilloso, al que hemos conseguido poner al borde de la extinción (Risas). Entonces era una zona de libertad, sobre todo sexual. Los moros eran muy abiertos, sin prejuicios sexuales siempre que no se tratara de sus esposas, como le pasa a todo el mundo... Aunque aquí existían unos militares, llamados africanistas, que entendían que África era solo una línea de la costa, porque nunca pasaron más allá de ese litoral. Los militares de aquí empezaron a perder batallas desde Felipe II en adelante y entonces, como no ganaban una sola guerra, precisamente desde esa línea, desde ese fragmento litoral de Marruecos, dedicieron que podían conquistar España. Y lo consiguieron... En realidad Tánger era la última zona libre de Europa. Allí vivían personas consideradas escandalosas por la Corte de Inglaterra; también el escritor Paul Bowles y pasaban temporadas Truman Capote, Tennesse Williams, que iba siempre acompañado por uno que parecía boxeador pero que no era únicamente boxeador (el público sonríe). Buscaban una libertad sexual que les era negada.

Umbral. En otra parte de tu libro hablas de los embalses que hizo Franco y dices que ¡benditos sean! Hablas incluso bien de la hija del dictador, Carmencita, y de su yerno, el marqués de Villaverde.

Haro. Es que yo, pese a tener mala fama, soy persona bondadosa. Incluso al hacer necrológicas evito la ruindad. Paco, ¿a que tú sabes que soy una buena persona?

Umbral. Siempre lo he creído... Por cierto, ¿a tí te gusta el teatro?.

Haro. Pues claro, soy crítico de teatro.

Umbral. Es que no sé bien si a los críticos os gusta o no..

Haro. En ocasiones, algunos autores, y no es tu caso, me dicen: "Es que a usted no le gusta el teatro". Y yo les respondo: "No, lo que no me gusta es tu teatro".

Umbral. Por las noches, sigues cenando tanto.

Haro. A veces ceno en casa, pero normalmente ceno mucho.

Umbral. ¿Qué es para tí Chamberí?

Haro. Es mi pueblo. Siempre he vivido en Chamberí.

Umbral. Y, dentro del periodismo, ¿qué piensas del columnismo?

Haro. Es un gran refugio literario. Todo el periodismo es literatura. Lo que pasa es que también hay literatura mala.

Umbral. ¿Te gusta escribir?

Haro. No. No me gusta. pero a tí si te gusta mucho, ¿verdad?

Umbral. Yo es que soy muy raro.

Haro. Eso se sabe. Pero, la verdad, si yo escribiera como tú, me gustaría hacerlo.

Umbral. ¿Por qué me has elegido para presentrar tu libro?

Haro. Caramba, pues porque eres Umbral. Aunque hablases mal de mi libro, sería un honor que hablaras de mi.

Tras su diálogo un señor maduro, que asegura ser gallego, dice: "Creo que los dos escritores han querido mostrar que también las consideradas malas personas son buenas personas". Una joven asegura: "Los dos han transformado su libertad de expresión en libertad de cátedra". Sea lo que fuere, Francisco Umbral y Eduardo Haro Tecglen parecen demostrar que, para ellos, todo es discutible menos la amistad.

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