Un joven, sospechoso del asesinato de un anciano en Vitoria

Un mes después de que el cadáver de una profesora fuese hallado descuartizado en varias bolsas de basura, Vitoria volvió a ser escenario el lunes de un nuevo crimen truculento que guarda algunos paralelismos con el de Esther Areitio. Acacio Presa, un comerciante jubilado de 77 años, enfermo y que vivía solo al igual que la maestra de inglés, fue hallado sin vida en su domicilio de la calle La Paz, en pleno centro de la capital, maniatado y con evidentes signos de violencia. La Ertzaintza destacó ayer que no existe ninguna relación entre ambos sucesos, a pesar de las similitudes -una persona ...

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Un mes después de que el cadáver de una profesora fuese hallado descuartizado en varias bolsas de basura, Vitoria volvió a ser escenario el lunes de un nuevo crimen truculento que guarda algunos paralelismos con el de Esther Areitio. Acacio Presa, un comerciante jubilado de 77 años, enfermo y que vivía solo al igual que la maestra de inglés, fue hallado sin vida en su domicilio de la calle La Paz, en pleno centro de la capital, maniatado y con evidentes signos de violencia. La Ertzaintza destacó ayer que no existe ninguna relación entre ambos sucesos, a pesar de las similitudes -una persona mayor, que vivía en solitario, aparente premeditación y sin un móvil de robo claro-. Las investigaciones parecen dirigirse hacia una persona joven y de aspecto sospechoso. El hallazgo del cadáver se produjo al mediodía del lunes. Se encontraba atado de manos en el interior de la vivienda y con dos incisiones en la cabeza producidas por arma blanca. Acacio Presa regentaba desde hacía más de 50 años una popular cestería situada a pocos metros de su residencia, se hallaba enfermo y recibía regulares visitas de una sobrina. Soltero, con dos hermanos -uno ya fallecido- y varios sobrinos, había dejado el comercio en manos de uno de ellos ante su delicado estado de salud. Se trataba de un hombre muy conocido en la ciudad. En una cafetería próxima a su domicilio, aseguraron ayer que había acudido la noche anterior al asesinato "a tomar unos pinchos y ver la televisión". Todos le definen como un hombre algo solitario, pero afable y que de vez en cuando salía acompañado por algún amigo. Sus allegados afirman que llevaba una vida muy humilde, por lo que el móvil del robo parece lejos de ser viable. La titular del Juzgado de Instrucción número 1, precisamente la misma que sigue el caso de Esther Areitio, se hizo cargo de la investigación por encontrarse de guardia y decretó de manera inmediata el secreto sumarial. En el caso de la profesora asesinada, esta juez, Dolores Baeza, ha levantado de manera parcial el secreto esta semana.

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