Un mensaje para Pekín

La oleada de protestas y las amenzas de represalia desencadenadas por las explosiones del lunes no han sorprendido ni hecho mella en Nueva Delhi, donde el anuncio del primer ministro, Atal Behari Vajpayee, ha sido acogido con satisfacción, en la calle y entre la clase política. Militantes de su Bharatiya Janata Party (BJP, Partido del Pueblo de la India) lanzaron ayer cohetes y los editoriales de la prensa eran prácticamente unánimes en aprobar la decisión. El país parece dispuesto a aguantar de buena gana las sanciones que le puedan imponer terceras potencias por su desafío.Fuentes diplomátic...

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La oleada de protestas y las amenzas de represalia desencadenadas por las explosiones del lunes no han sorprendido ni hecho mella en Nueva Delhi, donde el anuncio del primer ministro, Atal Behari Vajpayee, ha sido acogido con satisfacción, en la calle y entre la clase política. Militantes de su Bharatiya Janata Party (BJP, Partido del Pueblo de la India) lanzaron ayer cohetes y los editoriales de la prensa eran prácticamente unánimes en aprobar la decisión. El país parece dispuesto a aguantar de buena gana las sanciones que le puedan imponer terceras potencias por su desafío.Fuentes diplomáticas indias, sorprendidas por la decisión de su Gobierno, manifestaron que «antes o después tenía que ocurrir», en lo que abundó un representante del BJP: «El arma estaba preparada. El BJP sólo tenía que apretar el gatillo, y cuanto antes mejor».

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Contar con una disuasión nuclear creíble es uno de los objetivos históricos del Gobierno indio, que despertó a esa ambición en 1964, dos años después de perder aplastante y rápidamente una guerra fronteriza con China y cuando Pekín hizo su primera prueba nuclear. Nehru, desde entonces; su hija Indira, que realizó el primer experimento atómico en 1974; su nieto Rajiv, que importó clandestinamente agua pesada para el programa nuclear india, y todos los Gobiernos de interregno entre unos y otros, exploraron la senda nuclear. Ayer mismo, el anterior primer ministro, Inder Kumar Gujral, cabeza del Gobierno de coalición de centro izquierda apoyada por los comunistas y derrotado en marzo por Vajpayee, reconoció a Reuters que conocía y dio su visto bueno a las pruebas nucleares cuando tuvo esa resposabilidad.

¿Por qué ahora?

La pregunta de por qué ahora admite varias respuestas. En política interna, Vajpayee debía mostrar a los muchos partidos de su precaria coalición que es un primer ministro capaz de tomar medidas fuertes. Pero también es cierto que, a ojos indios, Pakistán se ha excedido en confianza con su reciente prueba de un misil de largo alcance, con el visto bueno de China, proveedor de tecnología y equipos, y sin que Estados Unidos levantara una ceja. Pakistán es el destinario obvio del mensaje, pero es Pekín en lo que piensa Nueva Delhi. Hablar con desconfianza del gigante del Norte es un tabú para la política exterior india que ha roto en recientes fechas el explosivo ministro de Defensa, George Fernandes, para quien China es la «amenaza potencial número uno» para India.«Todo depende de China», en palabras a EL PAÍS de Jasjit Sing, director del Instituto de Estudios de Defensa y Análisis Estratégicos de Nueva Delhi. «China es el primer desafío estratégico de India en todos los campos».

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