La Duma rechaza por segunda vez a Kiriyenko

Borís Yeltsin partió ayer hacia Japón y dejó tras de sí un país perplejo. Todavía sin Gobierno, los rusos se preguntan en qué acabará la absurda crisis que abrió su presidente el 23 de marzo, cuando destituyó a Víktor Chernomirdin como primer ministro. Serguéi Kiriyenko, el desconocido ex banquero de 35 años que el líder del Kremlin ofreció como relevo, ha sufrido ya dos revolcones en la Duma. El de ayer fue de los que desanimarían al más optimista: sólo le apoyaron 115 diputados, 38 menos que una semana antes. Necesitaba 226. Pese a ello, Yeltsin volvió a presentar su candidatura. Si vuelve a...

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Borís Yeltsin partió ayer hacia Japón y dejó tras de sí un país perplejo. Todavía sin Gobierno, los rusos se preguntan en qué acabará la absurda crisis que abrió su presidente el 23 de marzo, cuando destituyó a Víktor Chernomirdin como primer ministro. Serguéi Kiriyenko, el desconocido ex banquero de 35 años que el líder del Kremlin ofreció como relevo, ha sufrido ya dos revolcones en la Duma. El de ayer fue de los que desanimarían al más optimista: sólo le apoyaron 115 diputados, 38 menos que una semana antes. Necesitaba 226. Pese a ello, Yeltsin volvió a presentar su candidatura. Si vuelve a rechazarse el día 24, la Cámara baja será disuelta y habrá elecciones anticipadas.

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Una vez que se decidio que la votación sería abierta, la suerte de Kiriyenko estaba echada. Si acaso, sorprendió el volumen de su derrota. Después de todo, entre la primera y la segunda. ronda, el ex ministro de Energía había recibido apoyos tan significativos como el del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y el del presidente de la Duma, Guennadi Selezniov. Este último, comunista, llegó a pronosticar que Kiriyenko obtendría al menos 235 votos. Ya puede irse dando de baja en la sociedad de oráculos. Una vez que perdieron el refugio del voto secreto, muchos diputados que el día 10 se olvidaron de la coherencia ideológica, para defender sus privilegios personales, se vieron obligados a seguir la disciplina partidaria. Los comunistas y sus aliados izquierdistas votaron en masa contra Kiriyenko, y lo mismo hicieron los liberales de Grigori Yavlinski e incluso los ultranacionalistas de VIadírnir Zhirinovski. Éste llevaba años vendiendo a Yeltsin el apoyo de sus 51 parlamentarios, pero esta vez se le había negado el pago que exigía: dos ministerios. En total, 271 diputados votaron no.

El líder comunista, Guennadi Ziugánov, un moderado dentro de su propio partido, y que no pasará precisamente a la historia por sus dotes de orador, sorprendió ayer en la Duma con un virulento discurso que se veía brotar de la frustración y la rabia, en el que arremetió contra quien considera el único responsable de esta absurda crisis: Borís Yeltsin. "Ya está bien de experinientos", señaló. Y exigió al líder del Kremlin que, si la Cámara rechaza por tercera vez a Kiriyenko, tenga el coraje de irse del Kremlin.

En una democracia de corte occidental sería impensable que el mismo aspirante, y encima con el mismo programa, fuera presentado una y otra vez ante un Parlamento que ya le había negado el pan y la sal. Pero Rusia es Rusia y, por eso mismo, la cuestión aún no está zanjada. El propio Ziugánov, minutos después de despedir rayos y centellas, declaró que la decisión de su partido será la que "Iíbere al país del caos". Lo que es lo mismo que decir que la cuestión no está zanjada. Será una semana frenética en la que Yeltsin tendrá que emplearse a fondo y echar mano de su reconocida capacidad para presionar y convencer a una clase política que todavía siente un temor casi reverencial hacia quien ejerce el poder máximo, en una reminiscencia del absolutismo soviético y zarista. La gran baza del presidente es la amenaza de disolver la Duma, que nadie parece querer pero que sería inevitable si los diputados demostrasen un mínimo de coherencia.

Yeltsin no puede tener ya muchos conejos en la chistera, una vez que ha rechazado rotundamente las dos grandes exigencias de la oposición: el cambio de política económica y social y la formación de un Gobierno de coalición o de "confianza popular". Pese a todo, la mayoría de los observadores parece inclinarse porque, al final, el líder del Kremlin se saldrá con la suya. Mucho, por no decir todo, dependerá de si la votación es abierta o cerrada. Si los comunistas aceptan la segunda opción, abrirán la puerta a la confirmación de Kiriyenko sin quedar abiertamente en ridículo.

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El Personaje que interpreta el papel más penoso de este drama es Kiriyenko, que ya se daba con un canto en los dientes por haber llegado a ministro con 35 años, y que se levantó el 23 de marzo sin otra prioridad en su agenda que la de celebrar el octavo cumpleaños de su hija. Su propia esposa ha confesado que. cuando ese día la llamaron los amigos para felicitarla creía que era por el aniversario de la pequeña Liubóv, cuyo nombre, por cierto, significa Amor. Pero aunque tuvo que subirse en marcha a un tren de alta velocidad el ex banquero de Nizhni Novgorod que Borís Nemtsov se llevó a hacer carrera política a la capital, hace apenas un año, está demostrando que sabe aguantar la presión y que, en lo que de él dependa, no desaprovechará la gran oportunidad de su vida.

Ayer se volvió a comprobar que no es tan bisoño como dice la oposición, que conoce los temas, es capaz de responder con soltura a preguntas envenenadas y que no se deja apabullar. Y repitió la canción de una semana antes, la que Yeltsin le exige interpretar. La misma que pone en evidencia hasta qué punto esta crisis es absurda, ya que su programa de Gobierno podría estar firmado por Víktor Chernomirdin.

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