El plan de objetivos del Cesid incluye la vigilancia a HB como misión prioritaria

El espionaje a la sede de Herri Batasuna en Vlitoria no constituye un episodio aislado o una actuación incontrolada del Cesid, sino que forma parte de una de sus misiones prio ritarias. Así se deduce del Plan de Objetivos del Cesid, del que fue informado el Consejo de Ministros en su reunión del 7 de marzo de 1997. En dicho documento, de carácter secreto, no se alude expesamente a HB, pe ro sí al conjunto de organizaciones afines a ETA, de las que forma parte la coalición radical. El texto se limita a fijar objetivos sin determinar qué metodos deben utilizarse para investigar al entorno de ...

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El espionaje a la sede de Herri Batasuna en Vlitoria no constituye un episodio aislado o una actuación incontrolada del Cesid, sino que forma parte de una de sus misiones prio ritarias. Así se deduce del Plan de Objetivos del Cesid, del que fue informado el Consejo de Ministros en su reunión del 7 de marzo de 1997. En dicho documento, de carácter secreto, no se alude expesamente a HB, pe ro sí al conjunto de organizaciones afines a ETA, de las que forma parte la coalición radical. El texto se limita a fijar objetivos sin determinar qué metodos deben utilizarse para investigar al entorno de ETA.

Por primera vez en la historia del servicio secreto, el titular de Defensa, Eduardo Serra, presentó al Consejo de Ministros del 7 de marzo de 1997 el Plan de Objetivos del Cesid, el documento en el que se fijan genéricamente sus prioridades y áreas de actuación. El director del centro, Javier Calderón, aspiraba a que el plan fuese aprobado por el Ejecutivo, para contar con un mayor respaldo institucional, pero el Consejo de Ministros prefirió darse por enterado de su contenido y autorizar a Serra para que lo firmara. La aprobación de este plan formaba parte de la regeneración del servicio secreto: en adelante, el Cesid no podría realizar ninguna operación que no pudiera encuadrarse en alguno de los objetivos previstos; es decir, que pudiese tener carácter partidista.

El ministro Serra se comprometió a informar del plan a la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso, lo que todavía no ha hecho, quizá porque la oposición, que sólo se acuerda del Cesid cuando estalla algún escándalo, tampoco se lo ha reclamado.

Entre los objetivos que el plan atribuía a la División Interior del Cesid figuraba el entorno de ETA, el conglomerado de organizaciones sociales y políticas que le prestan apoyo, de las que HB es una de las principales. El interés del Cesid no se centra tanto en las acciones terroristas -cuando obtiene algún dato operativo lo facilita al Ministerio del Interior- sino en conocer qué ocurre en el submundo violento, el autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV): cuál es su estrategia a medio plazo, sus divisiones internas, su evolución.

El plan es un mero listado de objetivos y no especifica qué métodos debe utilizar el servicio secreto. Aunque los informes del Cesid sobre el entorno de ETA son remitidos a los ministerios de Defensa e Interior y a Presidencia del Gobierno, las fuentes consultadas estiman que los responsables políticos no tienen por qué conocer cómo se ha conseguido la información que reciben.

Todo depende de su nivel de curiosidad, ya que tanto en estos informes como en los referidos, por ejemplo, a la actividad de embajadas extranjeras en España se alude con frecuencia al contenido de reuniones privadas o de documentos confidenciales, que lógicamente no se han podido obtener por canales abiertos.

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