El presidente, descolocado

La intervención del presidente de la República se echaba en falta porque no puede decirse que Jacques Chirac haya estado rápido de reflejos en la crisis desatada por el Frente Nacional. En las jornadas previas al fatídico viernes 20, en las que los barones regionales anudaron los pactos con Le Pen, el silencio del presidente, líder natural de la derecha, fue clamoroso y ostensible.Chirac hizo oídos sordos a las sugerencias e invitaciones de todos aquellos, particularmente el primer secretario del Partido Socialista, Francois Hollande, que le reclamaron un pronunciamiento público. El presidente...

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La intervención del presidente de la República se echaba en falta porque no puede decirse que Jacques Chirac haya estado rápido de reflejos en la crisis desatada por el Frente Nacional. En las jornadas previas al fatídico viernes 20, en las que los barones regionales anudaron los pactos con Le Pen, el silencio del presidente, líder natural de la derecha, fue clamoroso y ostensible.Chirac hizo oídos sordos a las sugerencias e invitaciones de todos aquellos, particularmente el primer secretario del Partido Socialista, Francois Hollande, que le reclamaron un pronunciamiento público. El presidente sólo reaccionó el jueves por la tarde cuando vio que el primer ministro socialista, Lionel Jospin, tomaba la iniciativa y se erigía en la referencia moral institucional al denunciar los riesgos que los entonces previsibles acuerdos con el Frente Nacional entrañaban para la democracia.

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En contraste con la solemnidad de la declaración de Jospin, el presidente francés eligió un escenario circunstancial, la Feria del Libro de París, y un tono informal, propio de quien aborda la cuestión ante preguntas de los periodistas.

Tras el desastre de los pactos, el Elíseo ha aclarado que en víspera de la constitución de los Consejos Regionales, el presidente habló telefónicamente con Charles Millon para hacerle desistir de su propósito de alcanzar la presidencia del departamento de Ródano-Alpes con los votos del Frente Nacional. Millon, ex ministro de Defensa, pasa por ser un amigo personal del presidente francés.

Responsable de la precipitada disolución de la Asamblea, que dio paso a la victoria de la izquierda y a la consiguiente crisis de la derecha, Jacques Chirac ha perdido la confianza de los dirigentes de su partido, el RPR, y de no pocos de la UDF, pero su popularidad, en disputa con la que goza Lionel Jospin, le convierte, paradójicamente, en la única referencia posible para la derecha en estos tiempos de desolación.

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