Cook pide en Beirut la retirada israelí de Líbano

El ministro británico de Asuntos Exteriores, Robin Cook, pidió ayer en Beirut la retirada israelí del sur de Líbano, como parte de un arreglo global para Oriente Próximo. Sin embargo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no desea más empujones internacionales para desbloquear el proceso de paz. Dos emisarios suyos llegaron a Washington para intentar frenar cualquier nueva iniciativa y evitar renovadas presiones sobre el problema palestino.

Cook concluyó su gira por la región en la capital libanesa, adonde llegó procedente de Damasco justo la víspera del 20º aniversario de la ...

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El ministro británico de Asuntos Exteriores, Robin Cook, pidió ayer en Beirut la retirada israelí del sur de Líbano, como parte de un arreglo global para Oriente Próximo. Sin embargo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no desea más empujones internacionales para desbloquear el proceso de paz. Dos emisarios suyos llegaron a Washington para intentar frenar cualquier nueva iniciativa y evitar renovadas presiones sobre el problema palestino.

Cook concluyó su gira por la región en la capital libanesa, adonde llegó procedente de Damasco justo la víspera del 20º aniversario de la resolución 425 de la ONU que pide la retirada israelí de Líbano. "Nos gustaría ver que se cumple la 425", declaró, antes de añadir que ésta debía ser parte de un progreso global en todos los frentes del proceso de paz. El jefe de la diplomacia británica aseguró haber discutido el tema tanto con el líder israelí como con el presidente sirio, con quienes se entrevistó en las horas previas.Netanyahu, ante las numerosas víctimas que se viene cobrando la ocupación, sugirió recientemente su disposición a retirarse siempre que se cumplieran una serie de condiciones que garantizaran la seguridad del norte de su país. Londres apoya la postura libanesa que recuerda que la resolución de la ONU pide la retirada "incondicional".

Ninguna autoridad israelí despidió ayer en el aereopuerto de Tel Aviv a Cook cuando abandonó el país poniendo fin a una tensa y breve estancia de menos de 24 horas en Jerusalén, en el transcurso de la cual provocó la indignación y la irritación del Gobierno de Netanyahu al visitar el asentamiento judío de Har Homa y entrevistarse con los dirigentes del movimiento pacifista Paz Ahora.

"Después de la visita de Robin Cook, Europa poco tiene que hacer en Israel", afirmó ayer a modo de despedida David Bar Illan, consejero político de Netanyahu, mientras trataba de cerrar con un portazo cualquier posible mediación de Europa en el proceso de paz, una actitud que fue también compartida por la prensa de Israel, que dirigió duras críticas al emisario británico y de la presidencia rotatoria de la Unión Europea.

A la misma hora en que Cook finalizaba su viaje por Oriente Próximo llegaban a Washington dos emisarios del Ejecutivo israelí -el consejero político Uzi Arad y el ministro de Comercio e Industria, Natan Sharanski- con la misión de entrevistarse con diferentes responsables del Gobierno norteamericano y solicitarles que se frenen nuevas iniciativas y se aborte cualquier presión sobre el proceso de paz. Arad y Sharanski se entrevistarán con el vicepresidente, Al Gore con diferentes miembros del Congreso y con la secretaria de Estado, Madeleine Albright, para defender que la construcción de nuevos asentamientos no está prohibida en los acuerdos de Oslo y que la capital indiscutible e indivisible de Israel es Jerusalén. Pero ninguno de estos esfuerzos podrá frenar la presión y la energía del secretario general de la ONU, Kofi Annan, que inició ayer en Ammán una visita de 10 días a la zona, con escalas obligadas el 23 de marzo en Gaza y los dos días siguientes en Tel Aviv y Jerusalén, donde recordará a Israel su incumplimiento de las resoluciones de la ONU.

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