"Fuimos escudos humanos", aseguran los españoles cautivos en Sierra Leona

"Nosotros no somos los protagonistas, somos los privilegiados, a los que sacan en helicóptero cuando hay problemas. Pero el pueblo continúa allí [en Sierra Leona] sufriendo". Así de tajante, cansado tras muchas horas de viaje, se expresaba ayer el misionero agustino José Luis Garayoa nada más llegar a Madrid junto a sus compañeros. Garayoa afirmó haber pasado momentos de miedo y sostuvo de manera firme que tanto él como el misionero de San Juan de Dios Fernando Aguiló y el farmacéutico cooperante Antonio Mateu fueron usados como "escudos humanos" durante el duro secuestro de 14 días que su...

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"Nosotros no somos los protagonistas, somos los privilegiados, a los que sacan en helicóptero cuando hay problemas. Pero el pueblo continúa allí [en Sierra Leona] sufriendo". Así de tajante, cansado tras muchas horas de viaje, se expresaba ayer el misionero agustino José Luis Garayoa nada más llegar a Madrid junto a sus compañeros. Garayoa afirmó haber pasado momentos de miedo y sostuvo de manera firme que tanto él como el misionero de San Juan de Dios Fernando Aguiló y el farmacéutico cooperante Antonio Mateu fueron usados como "escudos humanos" durante el duro secuestro de 14 días que sufrieron a manos de los guerrilleros del Frente Revolucionario Unido (FRU), aliado de la Junta golpista que el pasado mes de mayo tomó el poder en Sierra Leona, uno de los países más pobres de África. "No estábamos allí de vacaciones; si un avión sobrevuela el campamento donde estábamos secuestrados, a mí me sientan en medio de un arsenal de bombas", afirmó sin titubear Garayoa.

Reproches hacen muy pocos, incluso evitan hablar mal de sus captores a pesar de las atrocidades que les vieron cometer con otros prisioneros, a quienes mutilaban y en ocasiones llegaron a comerse sus cadáveres, pero no quisieron dejar pasar la oportunidad para criticar el poco interés que la comunidad internacional presta a países como Sierra Leona.

Un país al que desean volver en cuanto se recuperen de su cautiverio, a pesar de que casi les ha costado la vida. Y es que corrieron grave peligro en dos ocasiones, según confiesa Aguiló: cuando un avión nigeriano sobrevoló la zona y temieron que bombardease el campamento y cuando llegaron las exigencias: "No había razón ni lógica. Se exigía, a cambio de nuestra vida, la retirada del Ejército nigeriano, la puesta en libertad de su líder [Foday Sankoh, jefe histórico del FRU], que la ONU se reuniera. Cosas que superaban nuestras posibilidades. Siempre decíamos que eramos religiosos y que habíamos estado allí siempre". Ahora sólo quieren dejar el miedo atrás y olvidar lo que consideran "una pesadilla" para volver cuanto antes a África.

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