Los republicanos de Australia ganan adeptos en la convención para la reforma constitucional

Una Convención Constitucional de 152 delegados ha comenzado a debatir en Canberra, y lo va a hacer hasta el próximo día 13, si Australia debe convertirse en una república. Los republicanos son mayoría en a convención y cada día que pasa reciben nuevos apoyos. Ayer, Peter Costello, responsable de Hacienda en la conservadora coalición liberal-national que gobierna el país y muy probable futuro líder de los liberales, mostró su apoyo a la república.

El pronunciamiento de Costello es importante porque, dado que el Partido Laborista, en la oposición, apoya la ruptura de vínculos con Londres,...

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Una Convención Constitucional de 152 delegados ha comenzado a debatir en Canberra, y lo va a hacer hasta el próximo día 13, si Australia debe convertirse en una república. Los republicanos son mayoría en a convención y cada día que pasa reciben nuevos apoyos. Ayer, Peter Costello, responsable de Hacienda en la conservadora coalición liberal-national que gobierna el país y muy probable futuro líder de los liberales, mostró su apoyo a la república.

El pronunciamiento de Costello es importante porque, dado que el Partido Laborista, en la oposición, apoya la ruptura de vínculos con Londres, es cuestión de tiempo que los líderes de los dos principales partidos australianos aboguen por la república.La convención es fruto de una opinión pública claramente favorable a tener un jefe del Estado australiano en lugar del actual régimen de monarquía constitucional encabezada por Isabel II: 52% frente a 37%. Entre los propios delegados reunidos en el antiguo Parlamento de Canberra, 78 favorecen la república, 39 se declaran monárquicos y los 35 restantes no tienen opinión formada. Pero el frente republicano está dividido sobre cómo elegir presidente y esa es la baza que quieren jugar los monárquicos, con el primer ministro John Howard a la cabeza, al menos para ganar tiempo y hacer imposible el sueño republicano de que los Juegos Olímpicos del 2000 se celebren en una Sidney ya republicana o, en el peor de los casos, que el centenario de la independencia de Australia, en el 2001, sea el de un país republicano. Costello quiere el cambio "no porque el sistema no funcione, sino porque los símbolos están agotando su credibilidad y eso mina la legitimidad".

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