Cartas al director

¿Por sus obras los conoceréis?

Cuando yo era jovencito, a don Manuel Azaña le presentaban como a un ser indigno capaz de cometer las mayores atrocidades. También entonces los difamadores tenían su prensa, cuya avanzadilla era El Debate. Las afirmaciones de aquel periódico eran aplastantes. El calificativo más liviano para don Manuel era "el tío de las verrugas". Decía El Debate, cuando el desaguisado de Casas Viejas, entre otras lindezas, que don Manuel Azaña había ordenado a las fuerzas de orden público que "dispararan a la barriga". El resultado ya se sabe: 14 fusilados. Mi padre siempre dijo que no, que lo ...

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Cuando yo era jovencito, a don Manuel Azaña le presentaban como a un ser indigno capaz de cometer las mayores atrocidades. También entonces los difamadores tenían su prensa, cuya avanzadilla era El Debate. Las afirmaciones de aquel periódico eran aplastantes. El calificativo más liviano para don Manuel era "el tío de las verrugas". Decía El Debate, cuando el desaguisado de Casas Viejas, entre otras lindezas, que don Manuel Azaña había ordenado a las fuerzas de orden público que "dispararan a la barriga". El resultado ya se sabe: 14 fusilados. Mi padre siempre dijo que no, que lo de El Debate era mentira y que la orden de matar no podía haberla dado don Manuel Azaña; pero yo releía El Debate y, entre la lectura y lo que oía en la calle respecto a las atrocidades que cometía "el tío de las verrugas", no sabía a qué carta quedarme.Hoy, al cabo de los años y gracias al avance de los Diarios de Azaña (El País Semanal del 30 de noviembre), caigo en la cuenta de que mi padre tenía razón; pero él no vivió para conocer la verdad, y el daño, el mucho daño, ya está hecho. A la vista del citado avance, me pregunto, y pregunto: ¿qué pensaría el dictador y detentador durante cuarenta años de aquellos cuadernos cuando leyera, si es que lo leyó, aquello de "a los menguados intereses que pululan en la política no me rendiré nunca. Y hasta ahora lo más terco de mi resistencia viene del espanto y del escándalo que me produce el pensar que la República y el país caigan en manos podridas".

Pero siempre hay alguien dispuesto a sacar partido de lo que sea; así, los que vilipendiaron a Azaña hoy cogen el tren en marcha para apropiarse y beneficiarse de su pensamiento y su memoria. Y gracias que al fin puede demostrarse que aquel hombre era honrado a carta cabal y un gran estadista, tan grande que tardará mucho en nacer, si es que nace, otro don Manuel Azaña.

Pero ¿no les parece que, aunque los tiempos no sean aquéllos, y que las comparaciones sean odiosas, los aires que nos azotan desde hace unos años tienen mucha similitud con aquellos de preguerra? Que cada uno saque sus conclusiones; pero, ojo avizor, no nos dejemos engañar, porque aquello de que "por sus obras los conoceréis" sirve de muy poco, y el conocimiento siempre llega demasiado tarde.-

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